En la actualidad, Zipaquirá es una ciudad que no cuenta con muchos espacios culturales modernos. Los que posee son vetustos o están a punto de ser declarados ruinas, como el caso específico de un teatro que es patrimonio nacional pero de cuyo nombre no quiero acordarme.
Es impresionante la desidia por parte de las últimas dos administraciones municipales al no preocuparse por proyectar la construcción de un auditorio moderno o de un centro cultural que responda a la época en que estamos viviendo.
No se puede permitir que los gobiernos de turno sigan evadiendo la responsabilidad de promover la cultura. Si en verdad queremos hablar de una política pública que apunte al desarrollo del municipio, no se puede prescindir de espacios culturales.
A la fecha en Zipaquirá solo hay un teatro en funcionamiento y es el Bicentenario. Con solo ir a verlo se puede comprobar que es una estructura restaurada, pero vieja y pequeña para un municipio que tiene más de 200.000 mil habitantes que necesitan de espacios para disfrutar del ocio y la cultura.
Más allá del Teatro del Bicentenario la ciudad de la sal no cuenta con más lugares de ese estilo que puedan congregar personas para convenciones, reuniones informativas,puestas en escena y festivales de teatro. Aunque claro está, la administración actual dirá que sí han invertido en centros culturales, como en la Casa del Nobel García Márquez, que en este momento están arreglando, pero que también es una casona vieja y pequeña, que adaptaron para que operen algunas escuelas de formación artística a la par de la oficina de la subgerencia de cultura.
En términos generales los espacios para el desarrollo de la cultura en Zipaquirá son muy reducidos y no cuentan con acceso a las nuevas tecnologías.
Basta hacer un cuadro comparativo con municipios vecinos como Tocancipá, donde hace unos meses se aprobó la construcción de un gigantesco auditorio que tendrá capacidad para albergar a más de mil personas con una inversión de más de $24.883 millones de pesos. Al lado de este megaproyecto se encuentra el centro cultural del municipio de Chía, donde al lado del auditorio Zea Mays inaugurado hace dos años se halla la biblioteca Hoqabiga que en el segundo piso tiene auditorios. Los dos casos citados son ejemplo de una política pública y cultural pensada para el desarrollo de la comunidad.
Es triste ver cómo Zipaquirá en términos de espacios culturales se quedó estancada en obras que si bien cuentan con historia, ya no suplen las necesidades de una ciudad que no para de crecer.
Esperemos que la próxima administración que asuma las riendas del municipio comprenda la necesidad de gestionar la construcción por lo menos de un auditorio.