Dicen que los martes trece son fechas muy propicias para los malos acontecimientos, y en este caso no ha sido la excepción. Ayer, 13 de junio, mientras algunos de los miembros de las FARC, uno de los grupos más violentos en la historia reciente de Colombia, entregaban gran parte de su arsenal bélico, se produjo en el estadio del Getafe (España) y en redes sociales un hecho bochornoso, pero propio de la violenta cultura colombiana. Por eso señor Zidane, ofrecemos disculpas públicas, no en nombre de quienes lanzaron todos estos insultos hacia su persona, sino principalmente en nombre de las personas que consideramos el fútbol como una sana afición.
Hace una semanas, en el Giro de Italia, una persona con la camiseta amarilla representativa de Colombia, corrió tras de la bicicleta de Tom Dumoulin, mostrándole un rollo de papel higiénico. Este gesto reprobable también fue visto por muchos como algo chistoso. Pero en realidad estos dos actos no son más que acciones de una cultura acostumbrada a la violencia y al escarnio público. Muchos colombianos, más que gustarle el fútbol u otros deportes, lo que desean con cierta obsesión es el triunfo de su equipo, porque al fin y al cabo les alza un poco el ego y los deseos de visibilización, pero al fin y al cabo eso se llama: baja autoestima colectiva.
Por otra parte, muchos de nosotros a partir de un juicio desde lo netamente futbolístico, tal vez no estamos tan de acuerdo con la baja participación en la titular del Real Madrid que se le dio a James Rodríguez. Pero eso no nos autoriza a esgrimir comentarios violentos y groseros hacia el señor técnico Zidane, que en definitiva hace su trabajo, y al parecer no lo hace tan mal, muestra de ellos los resultados obtenidos en el presente año.
Al fin y al cabo el problema de fondo es educativo, eso se evidencia también en el bajo apoyo que han recibido los maestros y maestras colombianas. Muchos de los que hoy gritaban los goles de Colombia, añadiéndole un madrazo a Zidane, saldrán en horas de la tarde para sus casas, echándole madrazos a los profes por obstaculizar las vías mientras los colombianos de bien regresan a sus hogares.