La ilusión era total, absoluta. El clima en Colombia se vivía como si jugara la selección o como si un equipo colombiano estuviera en zonas definitivas de un torneo continental. Atalanta jugaba los octavos de final de la Champions League enfrentando al Real Madrid. Los problemas que tuvo Zidane con James convirtieron al francés en un enemigo público en este país. Además Duván y Muriel estaban encendidos y todo olía a desquite.
Pero los goleadores volvieron a demostrar que no están a la altura en los grandes partidos. Muriel jugó 55 minutos y fue absolutamente absorbido por el planteamiento de Zidane. Duván Zapata salió lesionado a los 30 minutos. Si, hubo un problema grave, el arbitraje, Atalanta nunca mereció quedar con un hombre menos. Otra vez un árbitro le daba la mano al Madrid. Pero, independientemente del robo, los colombianos no pudieron revelarse ante el destino, ante la adversidad y Muriel sólo tuvo un disparo al arco. La lesión de Duván preocupa porque hay algo que no funciona en la forma como prepara estos partidos claves. Los colombianos fueron anulados por un planteo táctico impecable. En Madrid el Real no tendrá ningún problema en confirmar su pase a los cuartos de final.
En síntesis Zidane, a pesar de todas las ausencias que tuvo, incluida su máxima estrella, Benzemá, volvió a mover con certeza y precisión sus fichas y demuestra una vez más que es un gran estratega. Queda claro que no cometió ninguna injusticia con James. Desde que siga ganando Zidane seguirá siendo el rey.