Han pasado trece años desde que Zendaya interpretó a Rocky Blue en Shake It Up. El éxito de la sitcom de Disney le valió su primer acercamiento a la fama. Sin duda, la maquinaria del gigante del entretenimiento hizo de las suyas, pero su talento y carisma ayudaron.
Aunque crecer bajo los reflectores pudo llevarla a repetir la historia de muchos de sus colegas, su transición a la adultez fue tranquila. No hubo excesos, colapsos, ni escándalos. De hecho, siempre ha mostrado una madurez atípica para alguien de su edad.
No en vano muchos de sus amigos dicen que es un alma vieja. Sin embargo, no es sosa, ni sumisa. Es fuerte y decidida. No tiene miedo de hacerse escuchar y defender lo que cree. Por ejemplo, en 2013, con tan solo dieciséis años, se mostró dura de roer frente a los ejecutivos del canal de Mickey Mouse.
Cuando le pidieron estelarizar un programa sobre el cual tenía dudas (KC Undercover), en lugar de aceptar obedientemente, dio a conocer sus objeciones y propuso negociar. Sus requerimientos fueron sensatos y no dieron muestra alguna de responder a un simple capricho.
Además de solicitar ser productora ejecutiva (quería tener participación en el desarrollo del show), fue enfática en mostrar a una familia de color y a una protagonista que se saliera de las convenciones de Disney y no tuviera ninguna inclinación artística. En una entrevista concedida a Glamour en 2017 afirmó:
“Quiero que esté entrenada en artes marciales. Quiero que ella sea capaz de hacer todo lo que un hombre puede hacer. Quiero que sea tan inteligente como todos los demás. Quiero que sea una cerebrito. Quiero que ella sea capaz de pensar rápido. Pero también quiero que sea socialmente incómoda, no una chica genial. Quiero que sea normal con una vida extraordinaria”.
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Desde que inició su carrera, no ha parado, salvo cuando la pandemia la forzó. No obstante, esa pausa no duró mucho. En pleno confinamiento filmó el especial de Euphoria, y junto con Sam Levinson (creador de la serie de HBO) concibió y grabó Malcom & Marie, la película en la que comparte pantalla con John David Washington.
Ha pasado más de la mitad de su vida trabajando, por lo que a sus veinticinco años la idea del tiempo libre le resulta extraña y le genera resistencia. “Simplemente no sé lo que estoy haciendo cuando no estoy trabajando. Estoy como ‘no sé qué es esto’”, señaló a Vogue en 2021.
El constante ajetreo al que ha estado sometida desde los trece años también forjó su identidad, cosa que vino a descubrir recientemente. “No conozco muy bien a Zendaya fuera de la Zendaya que trabaja. No me había dado cuenta de lo mucho que mi identidad como ser humano depende de mi trabajo y de mi actividad artística", dijo a GQ en 2021.
Esto explica por qué la quietud derivada de la crisis del coronavirus la golpeó tan duro, pero a la vez la hizo buscar cómo mantenerse activa y creativa. En la entrevista concedida a la revista masculina también acotó:
"Soy más yo misma cuando trabajo. Cuando no estaba trabajando, me sentía como si mis poderes hubieran desaparecido, y era un poco 'pero qué coño', no sabía realmente quién era y lo que me hacía feliz. ¿Qué me gusta hacer? ¿Qué otras cosas hago? ¿Cuál es mi valor y mi propósito?".
Con Dune, Spider-Man: No Way Home y la segunda temporada Euphoria regresó oficialmente a la movida tras el hiato pandémico, dejó claro que es mucho más que una exestrella de Disney y ratificó que aún tiene mucho camino por delante.
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Si bien al verla es fácil pensar que es extrovertida, lo cierto es que no lo es. Ella misma se define como introvertida y tímida. De hecho, esto último fue un problema en su niñez. Su timidez era tanta que hizo que tuviera que repetir el kínder. Cuenta su mamá que cuando la juntaban con otros niños se quedaba quieta y no decía una palabra.
Sin embargo, ha aprendido a desenvolverse y a no dejarse definir por esto. "En esta industria tuve que aprender cómo mantener conversaciones sociales y cosas así, porque supongo que le habría parecido fría a la gente si no hubiera sabido iniciar una conversación. Recuerdo que mi estilista decía: 'Pareces un tanto fría. La gente piensa que eres mala porque no hablas', cuando en realidad lo único que me pasaba es que estaba demasiado nerviosa", relató a GQ.
En todo caso, conocer de primera mano la timidez y tener la mirada de un introvertido le han permitido adquirir una sensibilidad que pocos actores de su edad tienen. Esto se ve especialmente reflejado en su interpretación de Rue en Euphoria, la cual le valió convertirse en la mujer más joven en ganar un Emmy a mejor actriz principal en un drama.
"Lo que más aprecio de trabajar con Z es que con ella no hay egos ni chorradas […] Solo piensa en el trabajo y en cómo hacerlo mejor. Además, no es miope y se da cuenta de las cosas, y creo que compartimos un cierto nivel de autocrítica cuando vemos el trabajo que hemos hecho, y discutimos de una manera brutal y dolorosa cada detalle de lo que podríamos haber hecho mejor. Creo que esa es la clave de la longevidad y el crecimiento como artista. Seguir aprendiendo, seguir buscando, y seguir intentando hacerlo mejor", le comentó el director del drama adolescente a GQ.
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Nacer en Oakland (el hogar de las Panteras Negras) y ser criada por una pareja interracial de maestros (su papá es afroamericano y su mamá tiene raíces alemanas e irlandesas) tuvo un impacto en su forma de ver y entender el mundo. Si bien sus intereses son variados, entre ellos se incluye la moda y la música, estos no dejan de lado una genuina preocupación por lo que ocurre en el mundo.
No le gusta llamarse activista, pero aun así ha sido defensora de varias causas. Ha usado su plataforma e influencia para manifestarse contra el cyberbullying y la discriminación racial, y defender la igualdad de género y salarial, así como los derechos de la comunidad LGBTIQ+.
Y eso no es todo. No solo predica, sino que también intenta ser consecuente con lo que piensa. Las muestras son varias. Por ejemplo, en los Oscar del 2015 lució rastas. Más allá del estilo, con esta elección buscaba expresar orgullo sobre su pelo y hacer que muchos jóvenes afrodescendientes pudieran sentirse representados.
Su look fue aplaudido, pero un comentario de Giuliana Rancic desató la controversia. "Siento que huele a aceite de pachulí o hierba", anotó la presentadora de E! en un programa sobre la alfombra roja. Al conocer lo dicho, la actriz de entonces dieciocho años, reaccionó. Según le contó a Vogue, “después de gritarle a la televisión, fui a mi habitación, ordené mis pensamientos y escribí algo, que es lo que dos maestros querrían que hiciera”. Este fue el resultado:
"Hay una delgada línea entre lo divertido y lo irrespetuoso. Alguien dijo algo sobre mi cabello en los Oscar que me dejó asombrado. No porque me gustaran las críticas entusiastas de la ropa, sino porque me golpearon con insultos ignorantes y pura falta de respeto. Decir que una joven de 18 años con rastas debe oler a aceite de pachulí o hierba no solo es un gran estereotipo sino escandalosamente ofensivo. No suelo sentir la necesidad de responder a cosas negativas, pero ciertos comentarios no pueden pasar desapercibidos. Te haré saber que mi padre, mi hermano, mi mejor amigo de la infancia y mis primos pequeños tienen rastas. ¿Quieres saber qué tienen en común Ava DuVernay (directora de la película nominada al Oscar, Selma), Ledisi (cantautora y actriz nominada nueve veces al Grammy), Terry McMillan (autor), Vincent Brown (profesor de estudios africanos y afroamericanos en la Universidad de Harvard ), Heather Andrea Williams (historiadora que también posee un JD de la Universidad de Harvard y una maestría y un doctorado de la Universidad de Yale), así como muchos otros hombres, mujeres y niños de todas las razas? Rastas. Ninguna de las cuales huele a marihuana. Ya hay duras críticas al cabello afroamericano en la sociedad sin la ayuda de personas ignorantes que optan por juzgar a los demás en función del rizo de su cabello. Usar mi cabello en rastas en la alfombra roja de los Oscar fue para mostrarlos de manera positiva, para recordarle a la gente de color que nuestro cabello es lo suficientemente bueno. Para mí, las rastas son un símbolo de fuerza y belleza, casi como la melena de un león. Sugiero que algunas personas deberían escuchar I Am Not My Hair de India Arie y contemplar un poco antes de abrir la boca tan rápido para juzgar".