El gobernador Édgar Martínez ya había intentado colocar a Jackeline Hernández Payares en la dirección regional del ICBF, a pesar de tener la calificación más baja de los ternados. Sin embargo, Crsitina Plazas intervino desde Bogotá y se congeló el proceso. Se nombró entonces como encargado a Leonardo Pérez, quien ha hecho una labor que se le reconoce. No es oriundo del departamento y esta es una razón que aducen para no respaldarlo en el cargo, aunque la razón de fondo es que el gobernador Martínez Romero quiere tener control sobre la entidad.
Cambio Radical, el Partido que respaldó a Martínez, ya se está moviendo. En días pasados, al término del segundo debate “Caribe Agro” realizado en Sincelejo en el auditorio Fortunato Chadid de la Gobernación de Sucre, el director del Partido Jorge Enrique Vélez se reunió con el gobernador a puerta cerrada para para concertar algunos acuerdos políticos de cara a las próximas elecciones a Congreso y Presidencia de la República. El tema del ICBF se puso sobre el tapete.
El mandatario sucreño Édgar Martínez Romero le habría ofrecido todo su respaldo a la aspiración presidencial de Germán Vargas Lleras, incluidos funcionarios y supernumerarios cuya número ha superado con creces la administración anterior de Julio Guerra Tulena, a quien tanto criticó por ello. A cambio el gobernador del “Sucre Libre de Corrupción” habría pedido la dirección del ICBF para alguien de su confianza con le sea funcional a la aspiración al Senado de su sobrino Carlos Espinosa, de quien se dice es el que manda en la administración departamental y cuya mayor influencia la ejerce sobre la Secretaría de Salud. El nombre puesto sobre la mesa para ocupar el cargo es el de Gabriel Castilla.
Además del espaldarazo del presidente de Cambio Radical, la cercanía política de Édgar Martínez (gobernador de Sucre) con Alejandro Char (alcalde de Barranquilla y jefe político de la recién nombrada Directora nacional del ICBF, Karen Abudinen Abuchaibe) hace pensar que la movida del gobernador puede cuajarle y nuevamente la regional del ICBF quedaría marcada por un propósito político y no la atención a los niños.
