A las 8 de la noche, subía en mi carro por la Carrera 20 -en el Parque La Herradura- mientras al frente una camioneta obscura decidió cruzar sobre la calle 15, al calcular que mi vehículo venía lo suficientemente lejos -lo que le permitía pasar sin problemas- cuando de repente a mi izquierda me pasó un joven en una motocicleta a toda velocidad, quien no alcanzó a advertir la presencia de la camioneta, y aceleró aún más -con la actitud soberbia de llevar la vía- para terminar estrellándose de manera fatal con este vehículo.
El muchacho quedó inconsciente en el suelo -la moto a unos cuantos metros- mientras la señora de la camioneta se bajaba en medio de expresiones de angustia, y un puñado de curiosos se acercaba al incidente, siendo evacuados entonces por personal de policía y tránsito, cuando al cabo de unos minutos se escuchó la estridente sirena de una ambulancia, bajando de manera rápida y diligente sus paramédicos –con camilla en mano- quienes minutos más tarde verificaron el casi instantáneo fallecimiento del adolescente, quien al parecer era estudiante de Unitrópico, y presumiblemente venía en estado de embriaguez.
En esa dantesca escena aparece de repente otro joven motociclista a toda velocidad –con la misma ruta del ahora fallecido- quien no duda en pasar sin dejar de acelerar entre el cuerpo del muchacho tendido y el personal de paramédicos- sin inmutar siquiera a policía y tránsito- con la misma soberbia el muchacho de “llevar la vía” –nadie lo detiene en su camino, ni siquiera el accidente- lo que sin duda refleja el caos y la anarquía de tránsito y la movilidad en Yopal –sin ningún tipo de manejo preventivo- lo que consolida a éste como una de las ciudades con mayor accidentalidad en el País.
Lo que acontece en la ciudad no es normal, estamos en medio de una locura colectiva, hasta tal punto que se ha vuelto cotidiano las noticias diarias de accidente fatales de tránsito, en donde nadie –ni sociedad ni autoridades- ha dado el paso para el “diagnóstico del problema”, por lo que la socialización del Plan de Desarrollo Municipal, se ha convierte en una oportunidad para una política pública de movilidad y tránsito en Yopal, que incluya la generación de valores y transformación de comportamientos –una nueva cultura- porque hasta el momento esa política se ha reducido a “poner semáforos” –que casi nadie respeta- y a levantar carros mal parqueados, mientras la mayoría ignora un pare, los domiciliarios son los mayores infractores por excelencia –manejan en contravía- y la figura del agente de tránsito que controla la movilidad, es sin duda una especie en vía de extinción.
Una estadía de fin de año en Yopal -aprovechando las vacaciones colectivas en el Congreso- me ha permitido participar de vez en cuando en las audiencias públicas para el Plan de Desarrollo Municipal, en donde mi amada población del piedemonte –he expresado- necesita un cambio de valores y comportamiento ciudadanos, ante una ausencia de identidad y sentido de pertenencia –no solo en tránsito y movilidad- que demanda una reconstrucción como sociedad, citando la célebre frase del Presidente estadounidense John Kennedy, en el sentido de que no se pregunten qué puede hacer el Estado por usted, sino ustedes que pueden hacer por el Estado, porque en el País –no solo Casanare- nos hemos acostumbrado a una política asistencialista, en donde no importa el desarrollo colectivo, sino el plante personal o el subsidio para la parcela.
Esa reconstrucción de valores y comportamientos ciudadanos es el inicio de un proceso de formación de Opinión Pública, que permita un acuerdo –entre todos- para sacar adelante la Ciudad, lo que demanda la formulación, implementación y evaluación de políticas públicas -con un diagnóstico previo del problema- como es construir una política pública de tránsito y movilidad, que fomente valores y comportamientos responsables –con la participación incluso de los “domiciliarios”- en donde la sociedad sea la garante de una movilidad “impecable”, que -por qué no- se convierta en un programa piloto para Colombia y el resto de Latinoamérica, que debe quedar consignado en el Plan de Desarrollo de la Ciudad, lo que le daría por adelantado un “hit” al Alcalde Marco Tulio Ruiz, convirtiéndolo en el Mockus de la casanareños, con tarjetas rojas y amarillas –también la pirinola y el pito- para mejorar el comportamiento de los yopaleños.
Es audaz la estrategia del Gobernador Cesar Ortiz Zorro para combatir la delincuencia, con medidas tan novedosas como las recompensas para capturar al listado de los más buscados –incluso poniendo tres millones de pesos de su sueldo- como también los recorridos por las calles en la noches, al lado de los miembros de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional –con el Alcalde Marco Tulio Ruiz- pero estas medidas –que aplaudo y destaco del mandatario departamental- debe estar enmarcado dentro de una política pública de seguridad y convivencia ciudadana, en donde todos los actores sociales contribuyan en el diagnóstico del problema y la formulación de la política, con planteamientos estructurados y coherentes, que tengan perdurabilidad en el tiempo, y con el correspondiente seguimiento y evaluación –siendo consignado en el Plan Departamental de Desarrollo- porque el colectivo ciudadano organizado –en comunas y barrios- se convierte en el mejor aliado para devolverle a Casanare el otrora nombre de “remanso de paz”.
Coletilla: En la audiencia pública del Plan de Desarrollo municipal en la Comuna 1, insistí en la necesidad de rescatar el patrimonio histórico, arquitectónico y cultural del centro de la ciudad –en donde nació Yopal- restaurando obras insignes de nuestra identidad como el Club Casanare, la antigua estación de bomberos –en donde se presentaban películas de Charles Chaplin y Cantinflas- incluso el cementerio de los soldados, recuperando no solo nuestro valioso pasado, sino además generando una invaluable oportunidad para fomentar el turismo en la capital departamental, contribuyendo en el crecimiento económico local y en consecuencia la generación de empleo, especialmente para los residentes de la Comuna 1, y más exactamente para los habitantes en el sector contiguo al río Cravo Sur.
Estoy a disposición del Gobernador y el Alcalde –sin ningún ánimo de lucro- en contribuir en la construcción de estas políticas públicas de cultura ciudadana, teniendo en cuenta que los grandes líderes –en este caso los mandatarios- solo trascienden cuando tienen la capacidad de cambiar ideas y comportamientos de la sociedad, porque a la hora de la verdad obras de concretos o kits escolares son ejecuciones obligatorias y casi rutinarias del Estado.
*** Asesor Legislativo – Escritor