Trabajo honroso y digno como el de miles de cartageneros que hoy se ganan el sustento de sus hijos en las ventas informales.
Uno pensaría que la alcaldesa, por su extracción humilde, debería tener una mayor sensibilidad con este tema, y capacidad de diálogo y de concertación con los vendedores ambulantes y estacionarios de la ciudad, pero no es así. Contrario a eso Yolanda Wong ha recrudecido la persecución a los informales de la ciudad, desconociendo el derecho al trabajo de ciudadanos que ve en el rebusque una fuente de ingresos para poder sobrevivir. ¡No hay cuña que más apriete que la del mismo palo! reza el adagio popular.
Duele ver esas vueltas que da la vida. Pero duele más ver que Cartagena, en la corta administración de Yolanda Wong, moja más páginas de prensa, no por las buenas noticias, sino por nuevos escándalos de corrupción. Escándalos que en esta ocasión, tocan a la Oficina de Estacio Público y Movilidad, y de manera directa a la alcaldesa, por actuaciones cuando fungía como Secretaria del Interior.
El escándalo de las presuntas irregularidades con los dineros que entregó la productora Dynamo Producciones del actor Will Smith a los vendedores del Centro Histórico, y que habrían ido a parar a los bolsillos de algunos funcionarios corruptos de esta dependencia, es según parece, sólo la punta del iceberg de la corrupción en esa oficina.
Esperaremos a ver que concluyen las investigaciones, lo cierto es que la Gerente de Espacio Público, Luzmila Pertuz, fue fulminantemente destituida por Yolanda Wong, no por estos hechos, ni por negligente, porque si ha habido una Gerente que haya aplicado con puño de hierro el mandato de la alcaldesa en materia de espacio público contra los vendedores, ha sido la exfuncionaria. Todo parece indicar que la hoy exgerente de espacio público fue despedida por denunciar hechos de corrupción más de fondo, y que dejarían muy mal parada a la alcaldesa por presunta celebración indebida de contratos sin lleno de requisitos, en relación con el contrato de aprovechamiento económico entre la alcaldía y la Ciudad de Hierro que hoy funciona en Chambacú.
Yolanda Wong está cuestionada, y está en el ojo del huracán por estas denuncias que hoy hacen curso en la Fiscalía y en los órganos de control. Todo esto es una vergüenza para la ciudad.
Y mientras se defiende de las acusaciones, la alcaldesa continúa martirizando a los vendedores ambulantes y estacionarios con desalojos, decomisos y destrucción de sus mercancías; con la imposición de multas que superan muchas veces el valor del pequeño capital que vale su humilde negocio, hasta la extorción por parte de algunos de los denominados brigadistas del espacio público, que piden dádivas para no desalojar a los vendedores. Esto no solo se presenta en el Centro Histórico, también en el mercado de Bazurto, Los Ejecutivos, La Castellana, Bomba del Amparo, la Plazuela, y Ternera, en una situación que viene encendiendo la inconformidad y generando protestas entre los vendedores informales.
Los cartageneros sabemos que el tema del espacio público tiene sus verdades y sus mentiras. Toda la ciudad es testigo de cómo los sitios de disfrute colectivo, plazas, plazoletas, parques, andenes, especialmente del Centro Histórico, cada vez menos le pertenecen a los ciudadanos, pues estos espacios públicos vienen siendo privatizados de manera continua, al amparo del Acuerdo 010 del 2014 y el Decreto 0356 del 2015.
No puede olvidar Yolanda Wong de donde viene. Aún en Blas de Lezo recuerdan aquella niña que se ganaba la vida vendiendo arepa de huevo en las calles del barrio; pero está visto en que su caso el poder enceguece y como aquel que traiciona su clase social, hoy actúa en razón de intereses distintos de quienes en otrora fueron su antiguo gremio.
Aprovecho esta columna para pedirle a la alcaldesa, ya al final de su meteórico mandato, que cese el acoso a los vendedores y los deje trabajar y que aclare, por el bien de la ciudad, el bochornoso escándalo de corrupción de que se le acusa.
