Estamos totalmente de acuerdo con que el yoga es una práctica poderosísima para transformar cuerpos, mentes y espíritus. No tenemos ninguna duda acerca de su eficacia para controlar malos pensamientos, sobre su efectividad para mostrar resultados en el corto plazo. Sin embargo, de ahí a que el yoga pueda vencer a los poderosos Goliat de nuestro mundo actual, hay mucho trecho.
Me refiero específicamente al enfrentamiento intelectual entre dos facciones ciudadanas de Medellín, en relación a Palacé. Se trata de una de las principales vías de la ciudad; conecta los prósperos barrios del sur con el centro administrativo de Medellín, y aunque en ese tramo vital solo cuenta con 2,3 kilómetros de extensión, disfruta de un ancho de vía que se saborearía cualquier vendedor de carros: ¡cinco carriles! Es correcto, mi vía favorita en esta ciudad tiene cinco carriles en un solo sentido, durante gran parte de su extensión; algo extraño para Medellín, en donde las megaautopistas obesas son difíciles de conseguir.
Pues bien, resulta que aún con sus cinco relucientes carriles de pavimento rechinante, Palacé se mantiene congestionada. Los tacos son dignos del patrullero del aire, y la nube de humo negro venenoso —causada por la combustión de los motorizados que por allí se acumulan— es permanente. ¿Qué ha hecho de Palacé semejante hueco urbano? La respuesta es muy sencilla: no hay andenes.
Mejor dicho, sí hubo andenes en algún momento. Pero ahora (y desde hace muchos años) hemos decidido que esos andenes deben usarse como parqueaderos “exclusivos” para nuestros clientes, o como sofisticadas pasarelas de exhibición para los concesionarios. Cuando escribo “hemos”, me refiero precisamente a que no es solo culpa nuestra, de los adictos al carro; hemos sido todos —como sociedad— quienes aceptamos que esos andenes para los seres humanos se destinen a ser usados como parqueaderos VIP para carros.
En todo caso, al no haber andenes para niños, ni para adultos mayores, ni para personas con movilidad reducida, etc., los conductores tenemos la tentación de parar “un segundito” en los carriles externos, luego el bus termina parando en el segundo carril, las motos se van inyectando en cuanto hueco dejan los carros, y luego por simple congestión por fricción, se nos termina armando un trancón espectacular.
Aquí es donde entran a la historia los yoguis. Un día —sin avisar— una unidad móvil de cincuenta seudoambientalistas amaneció haciendo yoga en Palacé. Nos cogieron desprevenidos, cuando llegamos a parquear nuestros carros en los andenes, a las siete de la mañana, resultó que ellos ya estaban instalados allí en nuestros parqueaderos (sobre el espacio público donde debería haber andenes), desde las cinco de la mañana. Repitieron esta guachafita varios días, y entre Sirsasanas, Virabhadrasanas y Samastitihis, bloquearon la totalidad de las ventas que íbamos a generar en esas dos celdas de parqueo ilegales.
Hablé con mis amigos de los gremios. La estrategia fue sencilla: ignorarlos. Sin embargo, muy pronto durante su segunda visita, cambiamos la estrategia, ahora decidimos burlarnos de ellos, de forma tal que rápidamente lográramos romper su entusiasmo. Eso nos duró poco, porque en el momento en que la justicia local decidió que el proyecto del gobierno para recuperar andenes y construir una ciclorruta por Palacé (que afortunadamente ya habíamos logrado frenar) podría seguir adelante, nos asustamos. ¿Habrá que enfrentarlos?
¡Que susto! ¿Será que la ciudadanía podría activarse para demandar que se recuperen estos andenes? ¿Que construyan esa ciclorruta? ¿Que organicen las rutas de buses que por allí transitan, y sus paraderos? Al final solo faltaría que crearan espacios verdes y sembraran árboles para que estos muchachitos sin oficio se dediquen a sus ciclos de urdva mukha svanasana y adho mukha svanasana.
No pararemos. Es imposible que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos pueda lograr semejantes cambios en una ciudad tan complicada. Al final, Goliat siempre debe ganar. ¿O no?
Para más información sobre esta iniciativa, visite: www.PalaceParaTodos.org