Formo parte de ese 60 % de colombianos que aún no sabe por quién votar en las próximas elecciones. Pero no porque piense que "todos son iguales"; no señor, no todos son iguales, hay dos candidatos que se han ido de frente contra la clase politiquera que ha hecho de lo público una empresa al servicio de unos pocos. Hay que decirlo con nombre propio: Rodolfo Hernández y Gustavo Petro. El resto son lacayos de la clase corrupta. No lo digo yo, lo dicen sus trayectorias. Petro se ha enfrentado toda su vida al establecimiento corrupto y, por más poder que ha acumulado, no ha cedido a los intereses de unos pocos. Ocupó el segundo cargo más importante de Colombia, la Alcaldía de Bogotá, y las cifras que dejó su mandato en reducción de pobreza y violencia son contundentes, a pesar de la férrea oposición del establecimiento, que hizo hasta lo imposible para sabotear su mandato.
De Petro me da temor su excesivo gusto por la empresa pública. Hay que recordarle el fracaso de dichas compañías antes de la privatización masiva que ejecutó Gaviria en los noventa. Por ejemplo, acabar con las nefastas EPS reviviendo el supernefasto Instituto de Seguro Social. Las empresas públicas son un caldo de cultivo de burocracia, negligencia y corrupción. Temo también el sabotaje que van a hacer los poderosos huérfanos de poder para forzar un fracaso de su gobierno. Paros de camioneros, fuga de capital hacia el exterior, desabastecimiento, y, por consiguiente, crisis económica, la misma estrategia aplicada cuando los corruptos perdieron el poder en Cuba, Chile y Venezuela.
Rodolfo Hernández gobernó Bucaramanga después de una trayectoria de toda la vida en la empresa privada. Ese es su punto fuerte, ya que ha demostrado que en Colombia sí puede haber prosperidad haciendo las cosas de forma honesta. Por más que se critique al capitalismo, es el único sistema económico que no ha fracasado. Solo se que requiere evitar la monopolización y estimular la libre competencia. ¿Por qué razón Avianca hace lo que quiere con sus clientes en Colombia?, por su posición dominante en el mercado tienen la mayoría de rutas aéreas. Los gobiernos corruptos, en lugar de corregir esta situación, promueven el monopolio como cuando el gobierno Duque quiso inyectarle 370 millones de dólares para salvar a Avianca en plena pandemia. La hermana del presidente era alta ejecutiva de Avianca. El problema no es el capitalismo, es la deshonestidad de estos tipos que ya ni se sonrojan cuando cometen sus fechorías.
Rodolfo Hernández tiene pendiente una explicación de lo que hizo su hijo en el caso de Vitalogic, ¿le tendieron una trampa o este señor es la misma vaina que todos, pero con diferente empaque?
Pero los hechos son contundentes. Apenas asumió la alcaldía a mareado limpio sacó despavoridos a los contratistas que tenían amarrado el presupuesto repartido entre los caciques de la ciudad. La reacción de los afectados no podía ser más patética: armaron pataleta porque llevan tanto tiempo robando que creen que tienen el divino derecho a hacerlo, piensan que los dineros públicos son de ellos.
Es un buen indicio para ambos que sean blanco del ataque desesperado de la clase política. Los medios de comunicación tradicionales, que son propiedad de quienes monopolizan la generación de riqueza en Colombia, los atacan a diario, tergiversan sus opiniones y hasta el uso de un zapato de marca lo convierten en delito.
Desearía que ambos hicieran la danza de la fusión y formaran el supersayayín fase 6 que se necesita para acabar con tanta sinvergüencería.