Muchas personas en este país hemos desconfiado y temido a los llamados “organismos de inteligencia” que no son las neuronas ni el cerebro, no son el corazón ni la piel, sino oficinas del Estado encargadas de velar por el bienestar de las instituciones y la ciudadanía, en una labor preventiva, que les lleve a detectar posibles amenazas a su integridad. Como en muchos países, estos grupos terminan por abusar de sus atribuciones, se inmiscuyen en la vida de las personas, controlan, se alían con poderes ilegales, se vuelven empresas autónomas, al servicio de intereses muy diferentes para los que fueron creados.
Sin embargo, por estos días, como se dice “nos taparon la boca”. En una muestra de inusitada eficiencia, la semana pasada veloces investigaciones permitieron la captura de una serie de personas vinculadas presuntamente a los atentados de la semana, a los del mes, a los del año pasado y los diez últimos años. También a los tropeles de varias universidades, a la fundación de células urbanas de la guerrilla del ELN, a la guerrilla del Che Guevara, al castrochavismo y creo que a los autodenominados Comuneros, comandados por José Antonio, alias el Toche Galán.
Animada por la sagacidad de esta súper inteligencia y las pruebas exhibidas, he decidido colaborar con la justicia. He revisado mi biblioteca, mi música, mis relaciones, conversaciones y he quedado estupenada: entre estupefacta y anonadada. Es muy posible que yo misma sea cabecilla de alguna organización peligrosa. He aquí parte del inventario con el que pienso apoyar la acción inteligente de la Fiscalía y otros entes de investigación:
Libros de Eduardo Galeano, Mario Beneddetti, Ernesto Sábato, Fals Borda, Eduardo Umaña, Gioconda Belli, y otros ideólogos de la izquierda latinoamericana. Desafortunadamente perdí el diario del Che Guevara, que mi papá me regaló hace décadas, cuando cumplí 15 años, que hubiera sido la “prueba reina”.
Música de Inti Illimani, Quilapayún, Silvio Rodríguez, la Peña de los Parra y otra música subversiva.
Libros de derechos humanos, de feminismo, de ambientalismo y otros atentados al capitalismo.
Un chat en mi Facebook en el que una estudiante a la que hago tutoría de su tesis me dice:
“Profe: Llego a las 10 am a su casa. Ya conseguí tres tipos de papas, la guasca y la pechuga. Consiga usted un buen aguacate”. Ahora entiendo que posiblemente mi estudiante, alias “ajiaco” quizás me estaba involucrando en un atentado, seguramente a la Policía Nacional.
Una amiga me pregunta en el wasap si es cierto que mi novio es ruso. Le aclaro que solo trabaja con obra blanca y acabados y me dice que lo necesita para varios trabajos que tiene pendientes en su finca. Quizás hago parte del comunismo internacional, cuyo recontraespionaje tiene como próximo objetivo el campo colombiano.
Muy sorprendida con los hallazgos, pienso que hay que hacer causa común con la Fiscalía. (Causa común… ¿es también un término sospechoso?). Ahora veo claras evidencias en todo lado: los colores de los carros, de las flores, las camisetas, lo que lee, oye, come y dice la gente. Entonces, no sé si confesar o pedir trabajo como investigadora.
Este es un momento ideal para engancharme con los “entes” investigadores: urgen resultados. Azuzados por los medios, los enemigos del proceso de paz y el presidente fingiendo fortaleza, lograremos presentar en tiempo récord a los culpables de todos los males del país.
He leído el perfil de los y las detenidas esta semana y las pruebas de la Fiscalía. Tengo ya una lista grande de conocidos, colegas, amistades que coinciden, empezando por mí misma: feministas, activistas de derechos humanos, del medio ambiente, contratistas del área social de la alcaldía, la gobernación, ministerios y otras yerbas. Hablando de yerbas: también tengo varios y varias que han firmado peticiones por la legalización de la marihuana, en contra de los excesos del procurador.
Han vuelto los tiempos de las detenciones masivas, como en los gobiernos de Turbay, Pastrana y Uribe. Quizás con un poco de tiempo podamos volver también a quemar libros y por qué no, herejes y disidentes. El crimen de conciencia se abre paso, permitiendo que pensar, cantar y leer inspiraciones diferentes al poder, sea castigado ejemplarmente. Tengo emoción. Por fin un país seguro.
Ya hay campañas contra los “Falsos positivos judiciales”, animadas por gente que no aprecia los esfuerzos por tener una vida segura y libre de contaminación ideológica y estorbos al desarrollo.
Menos mal también están quienes quieren colaborar con la fiscalía y también vienen recopilando pruebas aquí y allá, como yo misma. Ciudadano, ciudadana: Colaboremos con la justicia, simplifiquemos su trabajo, autoincriminémonos.
Nota: Si no fuera por el nivel de dolor e indignación que generan las capturas a defensores y defensoras de derechos humanos, podríamos en realidad disfrutar de un sainete burdo como el montado por la fiscalía y sus labores de inteligencia. En primer lugar, las pruebas son ridículas: libros comerciales, fotografías del Che y Camilo Torres, fotografías de reuniones en establecimientos públicos y transporte de cajas.
Por otro lado, si había tal nivel de certeza del contenido subversivo de sus acciones, no se comprende cómo no evitaron las autoridades los atentados, las heridas y los daños de esas acciones. ¡Que juzguen a los investigadores como cómplices!
Me sumo, como Sigifredo López y tantas víctimas de Falsos Positivos Judiciales, a la ola de indignación contra estas capturas sin fundamento y que nos retornan a los períodos de mayor irrespeto a los derechos y criminalización de la defensa de derechos humanos en el país. Paola Salgado es una excelente abogada feminista de izquierda, defensora de las víctimas de la negligencia en la aplicación de la sentencia que despenaliza el aborto.
Nota 2: Las imágenes las he tomado de una de las diversas campañas que circulan en las redes sociales.
@normaluber