Igual que María Jimena Duzán, fui a La Habana por mi cuenta, riesgo y costos, y conocí a Santrich y hablé con él, y con otros, del mismo modo y con el mismo propósito que lo hice con plenipotenciarios del gobierno: saber en su fuente original acerca del acuerdo que se negociaba entre el Estado colombiano y las guerrillas de las Farc–EP, para concluir el conflicto armado de más de medio siglo entre uno y otras, e iniciar la andadura efectiva que diera con el modo y tiempo de procurar el remedio para tratar sin demoras el social que dio origen a tan largo y cruento periodo de nuestra historia.
Y no solo traté al Santrich ideólogo, político, comandante guerrillero, abogado, negociador; en su hondura espiritual, artística y humanista, me aproximé al poeta, pintor y escritor que es Seuxis Pausias, más sin embargo tal acercamiento no es razón suficiente que me dé autoridad alguna para emitir un juicio imperativo sobre esas excepcionales facetas, no obstante mi condición de poeta, de alguien del que apenas si acabo de conocer y leer su obra.
Que lo haya hecho María Jimena sobre el mismo personaje y hasta elaborado un perfil sicológico con ribetes de psicópata porque “desde que lo conocí siempre tuve problemas con él” y “me impresionó su incapacidad por tener una conciencia moral” y una “verdadera y autentica incapacidad para pensar”, es juicio más afín con la personalidad de “marioneta banal” que en esencia trazó Arendt, tan mentada en la columna de Semana, de aquellos que presumiendo de autosuficiencia moral, ética e idoneidad, sufren de vértigo ideológico y “fidelidad en la servidumbre”, para nada perceptibles por mí estas patologías mentales en el poeta, escritor, pintor y negociador de paz de la guerrilla que conocí en La Habana.
Para nada perceptibles por mí las patologías mentales
en el poeta, escritor, pintor y negociador de paz de la guerrilla
que conocí en La Habana
Incluso, dispuse de tiempo para saludar al vicepresidente Naranjo, a la canciller Holguín, de paso de una reunión de cancilleres del Caribe, y al historiador Bell, quien me la presentó, embajador en Cuba, y a nadie de unos y otros de tantos que, al igual que yo, íbamos a indagar sobre los desarrollos de aquel suceso, le oí decir que por culpa de alguien en particular de quienes se sentaban en la Mesa dispuesta para el promisorio fin de la paz de Colombia, Sergio Jaramillo y Santrich entre ellos, la negociación del acuerdo se demoraba más de la cuenta y sí, de más de uno de los responsables de las mismas, que las conversaciones avanzaban por buen camino, amigable tono y más rápido de lo previsto.
Pero hay columnistas que escriben con las tripas revueltas, y María J, pareciera estar entre tales, para los cuales más que la racionalidad y la sindéresis emocional que demanda tan diligente y responsable oficio, cuanto pareciera determinarlo es la aberración ideológica y la compulsión obsesiva guiada por la tendencia del día, Uribe, Santrich, el CD, Petro, Arias, verbigracia, dolencia que se abulta con la poco fiable perspectiva histórica que deja entrever alguien de quien suponen sus lectores tiene una formación intelectual sólida y un sustrato ideológico y praxis política como para no dejarse sumir en las tembladeras de las aberraciones ideológicas y confundir con las apariencias engañosas.
Y por ahí, con el juego de intereses de poder, políticos, ideológicos, que impone la nueva y sacrosanta verdad de las tendencias imperantes, a cuya merced oscila confundida por sedicentes orientadores una opinión publica mayoritaria y heterogénea, pero sin mayores pertrechos cualificados para oponer a los escuadrones mediáticos que la acosan incesante para moldearla y manipularla conforme ese juego perverso de intereses.
Poeta
@CristoGarciaTap