El jueves 7 de febrero murió John Jairo Velásquez, alias Popeye, jefe de sicarios de Pablo Escobar. Muchas personas celebraron su muerte en un hospital padeciendo un cáncer de estomago, recluido en el sistema penitenciario. Nuestra cultura de la muerte ha llevado a que con indolencia no veamos el dolor del otro, que también podría ser el de nuestros vecinos.
En Medellín, cualquiera pudo ser hermano o hijo de un sicario con estas características, y sin embargo, puede ser fácil tomar distancia de Popeye, evocar su maldad como algo que no nos concierne a la sociedad, ya que es un síntoma de la precaria seguridad de "los buenos", y mantener oculta la evidencia de que el monstruo estaba entre nosotros y no en un virtual afuera.
Pues no, alias "Popeye" es un representante más de esa realidad que pocos colombianos quieren ver: los sicarios, los guerrilleros, los paramilitares, los pillos del barrio, las prostitutas, los narcotraficantes, los corruptos, los drogadictos, los abusadores sexuales... Todos hacen parte de esta familia llamada Colombia, así no lo queramos ver, ya que es un malestar que está en nuestra cultura.
Todos estos seres fueron, alguna vez, "niños y niñas inocentes". Quizás jugaron y rieron como nosotros, pero con toda seguridad lloraron y sufrieron muchísimo más que cualquiera de nosotros: vivieron lo indecible, viven lo indecible.. y es por esto, por todo lo indecible, que nadie quiere aceptarlos como iguales, simplemente como humanos a todos aquellos quienes los que su corazón se lo ganó la guerra .
¿En qué momento dejaron de ser niños felices? ¿qué suceso, "macabramente secreto" , rompió su armonía? ¿qué tipo de abusos y violencias los llevan a degradar su Dignidad Humana? *"Eso", que generalmente es un "secreto de familia", "eso" que sucede entre los muros de las casas y se ampara en el "derecho a la intimidad"... eso que jamás aceptarán que sucedió, o que le quitarán importancia, "eso" que se naturaliza pero que carcome por dentro... sucede en casi todos los hogares colombianos.
Es un acuerdo tácito: "de eso no se habla", y por eso se mira para otro lado cuando aparecen estos espejos, no queremos mirarnos en ellos pues no queremos reconocer nuestra responsabilidad como familias y sociedad.
Afortunadamente, todo Popeye tiene su Cocoliso y su Oliva, que los aman, que les conocen su lado más tierno, su lado más humano...
Y también tienen el perdón de personas como yo, que nos sabemos tan iguales a ellos, aunque yo no viví en su entorno, ni sufrí su dolor.
¿Están seguros de que murió Popeye? ¿y eso qué? Detrás de la puerta de cada casa puede estar creciendo su sucesor...