Yo no firmo
Opinión

Yo no firmo

¿De dónde sacamos que los partidos políticos se mandan para la “quinta porra” y nos vamos a recoger firmas para deslegitimar al sistema democrático?

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septiembre 16, 2017
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Lo que no pudo hacer la guerrilla medio centenaria de las Farc-EP y el ELN, así como las otras organizaciones que intentaron en vano la revolución armada y que después terminaron reincorporándose a la civilidad democrática que hemos medio construido a lo largo del tiempo, lo está logrando ahora la revolución silenciosa o la dictadura soterrada del bolígrafo: acabar con los remedos de partidos políticos que surgieron como “bastiones de la democracia”.

El Perogrullo es obvio: no tenemos democracia sólida porque los partidos políticos que dicen defenderla están en resquebrajamiento moral, ético y de prácticas insanas.

El atajo de las firmas es una puñalada que el suicida acomete para inmolarse en nombre de la santa fe política que dice defender. Una especie de fundamentalismo democrático excesivo que por ser eso, acaba -cual alacrán- devorando a su progenitora para poder seguir la cadena biológica que la naturaleza ordena.

En la democracia no interviene la naturaleza, pero si la biología social que ha deformado por involución a unos hijos que ven en la democracia construida un Cronos al que hay que sacrificar y enviar al profundo tártaro de donde no saldrá jamás.

¿De dónde sacamos que los partidos políticos se mandan para la “quinta porra” y nos vamos a recoger firmas para deslegitimar al sistema democrático?

Eso seguramente sale del repentismo colombiano que, por subcultura de élites dominantes, les encuentra explicación a sus truculentas maneras de ejercer el santo derecho de “hecha la ley, hecha la trampa” y seguir como si nada con la frente en alto refundando a la democracia.

¿A quién queremos engañar cuando damos la firma para respaldar una candidatura que salta al vacío del abismo democrático y que después transa con el Congreso que representa a los mismos partidos que despreció?

Una especie de folclorismo democrático corroe a la sociedad y así como una “orden de captura no se le niega a nadie” en el espectáculo de la justicia sobornable, tampoco una firma no se le niega a quien dice representar las aspiraciones y derechos de una democracia sin democracia que respaldar y por eso apela a los recursos que esa misma democracia incapaz les ofrece.

No se trata de condenar al mecanismo per se, lo que se denuncia es la aparente ingenuidad de los candidatos a la Presidencia, al pensar que nosotros los ciudadanos, caemos en “la trampa de la firma” y sentimos a flor de piel la necesidad de respaldar su propuesta por fuera de los partidos tradicionales y no de que ellos están es saltándose la cerca de normas sobre avales y otras hierbas.

Quienes dicen estar revestidos de un impoluto halo de democracia, son al final de la tragedia, los Carontes que nos conducirán al Hades prometido. Hay buenos, hay regulares y malos candidatos. Todos son buenos, desde su premisa de salvación personal y del círculo de amigos, empresarios y familiares que aspiran a pasar la cuenta en blanco y cobrar por ventanilla lo que la democracia de papel extiende sin consideración.

 

Por la vía de las firmas vamos camino no hacia la pluralidad democrática,
sino hacia la defunción de la política
como máxima expresión de canalización de las opiniones

 

Por esta vía de las firmas vamos camino no hacia la pluralidad democrática que pregona la Constitución de 1991, sino hacia la defunción de la política como máxima expresión de canalización de las opiniones, puntos de vista y controversias sobre lo positivo y normativo de una sociedad avanzada. A la manera de Dahl (1971) “En una sociedad pluralista existen intereses diversos, divergentes y antagónicos que deben ser representados por los partidos.” El paleolítico democrático será nuestra etapa más lograda como comunidad y contrato social.

Es medio cierto que los partidos políticos están en crisis de legitimidad y de credibilidad, frente a la mediatización que de sus errores hace la sociedad -opinión pública-  y que se aprovecha muy bien en esta “subienda de candidaturas”, las cuales y muy probablemente, la mayoría de ellas terminen en el mar de los ahogamientos anunciados y de los salvavidas de componendas y arreglos coyunturales.

El pueblo, la masa amorfa y arriada como ganado, aún se acuerda de los partidos políticos. Los trapos de cualquier color se defienden en lo popular y en lo sencillo del votante de consignas y credos. El votante de clase media y el sentipensante, el educado y de pose intelectual, comprende elementalmente que es en los partidos políticos y en las doctrinas donde se cuecen las habas de la democracia verdadera. Busquen ahí…

Coda: Recomiendo leer o releer en Saramago, José (2009), su novela Ensayos sobre la lucidez, a propósito de la democracia en blanco.

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