“A mí también me lastima el alma ver gente pobre, ¡créeme!”, Susanita comparte con Mafalda su insólita preocupación por el prójimo. Con una leve sonrisa Mafalda escucha con entusiasmo a su compañera de juegos, quién a renglón seguido continúa disertando la solución: “y organizaremos banquetes en los que habrá pollo y pavo….y así recaudaremos fondos para poder comprar a los pobres harina y sémola…y esas porquerías que comen ellos.”
Pues bien, las Susanitas de la sociedad bogotana organizaron en días pasados en la Casa de Nariño un evento en que celebró los 50 años de Artesanías de Colombia, acontecimiento en el que por supuesto se sirvió entre otras viandas supongo que pollo y pavo. Sin embargo, lo que más llamó mi atención fue la reseña de los medios ante semejante acontecimiento, que no fue precisamente cubierto por la prensa económica, sino por las páginas sociales de varios medios del país, y subrayo que es la cobertura lo que llamó mi atención pues observé un fenómeno que es común y que refleja uno de los tantos males de nuestra sociedad: la exclusión.
Es así como en las fotografías de un evento el cual tiene como propósito “resaltar a nuestros artesanos, dignificar su noble oficio”, no se menciona por su nombre a ninguna de estas personas en las reseñas fotográficas; por supuesto, están encabezadas por los personajes de siempre e identificados como se estila en estos protocolos a la gente de bien, comenzando por los Obregones, Mattos, Furmanski y sus pares; después de una exposición de lo más granado en nuestra sociedad en 35 fotografías, finalmente en dos o tres aparecen los “protagonistas” es decir, los pocos artesanos que dejaron pasar los “Bouncer” de la Casa de Nariño, son precisamente los únicos que no están mencionados por su nombre, solo se lee en los pies de página: fulanito de la pompa y pompa con “los artesanos de nuestro país”: término eufemístico para referirse a los indios esos.
Igual ocurre en los eventos culturales y tradicionales de nuestras regiones o si no échenle una miradita a las reseñas de la Feria de Cali o al pasado festival vallenato, “..disfrutando del desfile del carnaval, un grupo de amigos, fulanito y Susanita con su mascota Lucky, un bulldog inglés posando al lado de un grupo de bailarines”, traducción: gente divinamente con un grupo de anónimos negros exóticos y coloridos.
La melanogénesis dejo de ser un proceso biológico por medio del cual se produce la melanina y se convirtió en un indicador social, que está proporcionalmente relacionado con la posibilidad de ser reconocido como un semejante en nuestra sociedad y esto no es solamente para aparecer en las páginas sociales, funciona igual como filtro para acceder a la educación superior, un empleo que no implique levantar tres veces su mismo peso, no usar el ascensor de servicio en los edificios de estrato 6, almorzar sin la posibilidad de cambiar la sopa por un huevo, o incluso almorzar; y por supuesto, ser reseñado por el nombre en las páginas sociales del jet set y no por el “alias” en las judiciales de El Espacio.
Nuestra nación es profundamente excluyente y lo que se define como sociedad es un círculo muy cerrado de la casta bogotana y algunas familias de renombre y tradición de las regiones, los demás solo somos paisaje de la foto, somos una sociedad que no se reconoce, las víctimas y los muertos del conflicto son anónimos, combatientes o no combatientes, no tenemos nombre ni dolientes y en ese escenario alcanzar la paz es un imposible, pues la misma no es solamente el cesar de los fusiles, implica reconocernos a todos como sociedad.
*Mestizo Anónimo