Yo marcho porque quiero expresar mi descontento con este desastroso gobierno, que nos devuelve deliberadamente a la guerra, pensando solo en sus mezquinos intereses políticos, de manipulación y mentira.
Yo marcho porque considero que hay que hacer tránsito del dicho al hecho, no solo criticar en las redes y no hacer presencia cuando en verdad se necesita.
Yo marcho por la muerte de más de 500 líderes sociales.
Yo marcho en contra de los infames bombardeos, calculados y sobre seguros, sin el principio de precaución y proporcionalidad, donde mueren niños.
Yo marcho en contra del regreso a la guerra, que es el único argumento que está facción de ultraderecha, que ingenuamente eligieron, tiene para sobrevivir.
Yo marcho por el incumplimiento de lo firmado, por la inseguridad jurídica que perversamente crearon para incentivar un nuevo rearme y así reconducirnos a la guerra, donde solo mueren los hijos de los pobres.
Yo marcho en contra de un modelo perverso de gobierno en cuerpo ajeno, donde el subpresidente no es autónomo, tiene jefe y actúa como una marioneta.
Yo marcho en contra de la corrupción, el empobrecimiento de las clases medias, la reforma tributaria, la reforma pensional y el paquetazo que nos tienen preparado.
Yo marcho porque por naturaleza soy contestatario y rechazo con vehemencia las injusticias. En el pasado la ultraderecha que nos gobierna apoyó el paro camionero en el anterior gobierno de Santos, que duró 2 meses. Invitaba a protestar en contra del gobierno anterior y con falacias invitó a votar berracos el superfluo plebiscito. Bueno... el 21 de noviembre vamos a marchar berracos. ¿Hoy para ellos es un pecado protestar? ¡¡Mamola!!
Yo marcho porque no me voy a dejar amilanar por la estrategia de miedo que siempre esgrimen para paralizarnos y así manejarnos como zombies.
Yo marcho porque es un deber moral y ético manifestarnos en contra del abuso continuado de un Estado ladrón y corrupto.
¡Por eso marcho!