Yo conocí París con 300.000 pesos y hasta me sobró para el perfume

Yo conocí París con 300.000 pesos y hasta me sobró para el perfume

Fue el mismo domingo 17 de junio que eligieron presidente a Duque. Ganas de pedir asilo político no faltaron

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marzo 03, 2019
Yo conocí París con 300.000 pesos y hasta me sobró para el perfume

Antes que nada aclaro que los 300 mil pesos corresponden a 100 euros que me gasté en dos días, tiempo suficiente para una visita rápida a la ciudad luz. Y si el presupuesto no es muy amplio, como en mi caso, mejor que sea visita relámpago. Sin embargo, pienso que para conocer a fondo París se necesitan por lo menos siete días. Lo mío fue apenas una primera visita que estuvo muy bien aprovechada y que fue el abrebocas ideal para futuras escapadas a esa ciudad. Además, que París fue solamente el postre dentro de un viaje cuyo plato fuerte fue Marruecos. Allá estuve 16 días recorriendo el país en pleno Ramadán. Volar de Marrakech a París me costó 20 euros y la dormida fue gratis porque una amiga me infló un colchón al lado de su cama. Fui a París porque sabía que si no iba en ese momento pasaría mucho tiempo antes de volver a cruzar el charco y después podría salir más caro; era ahí o nunca.

Llegué un sábado a las 8pm y me fui el lunes a las 4pm. Pero en ese tiempo pasó de todo; me perdí dos veces en el metro, escapé de un intento de robo, me enamoré, me rompí el corazón, comí crepes callejeros al amanecer, caminé 16 kilómetros, abracé amigos, dije verdades, estuve solo y acompañado, pagué 16.000 pesos por un cono de helado, tomé vino de un euro entre borrachos vomitando en las escaleras de Sacre Couer, vi hombres besándose con lengua en un parque, como también vi decenas de parejas vestidas de novios haciéndose fotos con la Torre Eiffel de fondo. Todo eso y mucho más pasó en solo 44 horas que estuve en París.

 

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Pensarán que estoy loco si digo que París se parece mucho a India?? Al menos, esa fue mi impresión. Son lugares caóticos, ruidosos, sucios, malolientes y encantadores. Por alguna razón tenemos en la cabeza la idea de que París es una ciudad perfecta donde no existen ni la basura ni el desorden. La foto demuestra lo contrario. Es de la basílica del Sagrado Corazón un domingo tipo 6:30 am. Unas cuatro horas antes estuve ahí mismo. Habían combos de gente borracha en las escaleras, líquidos regados y botellas rotas. El ambiente era igual que el de la Plaza de la Trinidad en Cartagena cualquier viernes por la noche, siendo más organizada la nuestra. Sin embargo, esos detalles hacen que París se sienta una ciudad REAL, una ciudad que tiene personalidad e historia propia. A la final, uno termina amando esas imperfecciones de París. Es como si fueran parte de su encanto.

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En menos de 48 horas vi las dos caras de París; la turística y la local. No caminé por los Campos Elíseos y no fui al Arco del Triunfo, solo lo vi como a un kilómetro de distancia desde la Plaza de la Concordia. Tampoco fui a los Campos de Marte, la Catedral de Notre Dame, y mucho menos al Museo de Louvre. Entrar a este último me hubiera costado por lo menos 15 euros y para el poco tiempo que tenía, habría sacrificado unas horas que valían oro. La Torre Eiffel solamente la vi mientras caminé por el borde del Sena hasta llegar a Trocadero. En lugar de cruzar al otro lado de la torre, salí para la estación de metro más cercana y me fui a otra parte menos turística de París, aquella que no está repleta de parejas chinas haciéndose foto estudios.

Obviamente que tenía que ver la Torre Eiffel. Por eso caminé hasta ella, pero apenas tuve la foto, me fui de la París turística. Un error muy común es creer que si no voy a tal lugar, no fui a París. En general el colombiano no sabe ser independiente y eso dispara costos en un viaje. Y por independencia no me refiero únicamente a viajar solo, sino a independizar el viaje de todo aquello que se “debe” visitar. En vez de los lugares donde todo el mundo se toma foto para decir que estuvo en París, estuve en el Canal de San Martín. Vi a los parisinos celebrar la llegada del verano durante el último domingo de primavera del año pasado y me olvidé por completo de lo que sucedía en Colombia, al otro lado del mar, en esos momentos.

 

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Yo no quería visitar París. La foto con la torre Eiffel es el cliché más grande que puede haber en todo Instagram. ? París me parece un lugar tan común, que solo por eso no quería ir. Prefiero destinos exóticos, remotos y baratos a dónde no va mucha gente; todo lo que no es París. Sin embargo, se dieron las cosas, se presentó la oportunidad, y nada perdía visitándola. Solo sería por dos noches. No obstante, París me enseñó que un lugar puede ser el más común del mundo entero, pero la relación que tú estableces con ese sitio es tuya y de nadie más. Es decir, aunque todo el mundo conozca París, nadie lo va a mirar como yo; nadie va a sentir lo mismo que yo al ver la torre Eiffel por primera vez a lo lejos desde el bus viniendo del aeropuerto a la ciudad, ni tomando vino a la medianoche en Sacre Couer, ni siquiera perdiéndose en el metro. Lo que define un viaje no es el destino sino el impacto que tiene ese destino en ti. Y eso es algo que cada ser humano vive de forma diferente. Eso sí, aunque estuve en París, traté de huir de los lugares que todo turista visita. Pero al final yo también me llevé mi foto con la torre Eiffel. ??

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Casualmente era 17 de junio, el mismo día que en Colombia se elegía presidente. No supe el fatídico resultado de la elección presidencial sino hasta pasadas las 12 de la noche en París, cuando un mensaje de mi mamá reventó la burbuja de felicidad en la que estuve durante las últimas horas. El candidato uribista, Iván Duque, acababa de ser electo Presidente de Colombia. Yo, que hasta hacía dos semanas había dado mi voto por Fajardo en primera vuelta, estaba convencido que ganaría cualquier candidato que pasara a segunda vuelta con Duque. Antes de leer ese mensaje de mi mamá, jamás pensé que la entrega del país al uribismo era una posibilidad real. El vacío que sentí en el pecho debió ser el hueco que dejaron las ganas de regresar a Colombia que se disolvieron en ese instante.

 

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Al diablo la historia de París. La primera vez que vayan mejor escriban su propia historia allá. Pueden hacerlo en cada banca, parque, puerta, tienda, café, etc. En esa primera vez hagan cosas de las que se acuerden el resto de su vida, y las veces que pasen por ahí en las próximas visitas a París. Por eso es mejor que en esa primera vez no vayan solos, o al menos tengan a quien visitar allá. Y no hablo necesariamente de pareja. La ciudad está hecha para "querer" a alguien en todas las formas que sea posible. En París estuve por 44 horas de las cuales habré dormido 8. Tenía la memoria muy sensible y quería llenarla de recuerdos. Sabía que cada cosa que le echara se iba a quedar tatuada ahí. @mariadelmarrod fue parte de la historia que escribí en París y me regaló tres horas una mañana antes de salir al aeropuerto que se me quedan por siempre. Tuvimos un almuerzo exquisito en el Cafe Deux Moulins, el cual no recordaré como el café donde grabaron Amélie, sino como el café donde cerré esa primera vez con ella antes de volver a casa. Algo así me sucede con el Canal de San Martín, Sacré Coeur, la puerta azul que hay en el número 9 de la Rue Rodier, la zebra pintada en la calle frente al Moulin Rouge, o la banca frente al minimarket Choron en la Placé Jose Rizal. Ahí les muestro los sitios que visité en París. Los que tienen estrella es porque son turísticos. Fui al Sena solo para ver dónde se mató la Princesa Diana y tomarme la foto con la torre. Por lo demás, no fui ni al Louvre, ni a Notre-Dame, ni a los Campos Elíseos, ni al Arco del Triunfo. Estuve bastante ocupado escribiendo mi propia historia en otras partes de la ciudad.

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