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Si el presidente de la junta directiva de Ecopetrol no fuera Luigi Echeverri uno tal vez pudiera pensar que el negocio de ofrecer compra por las acciones del gobierno nacional en ISA tendría una proyección de inmensas profundidades económicas y ayudaría al país a salvar este mal rato que estamos pasando con la conjunción entre pandemia, desempleo, desespero. Pero como Luigi Echeverri se ha ido convirtiendo lenta pero seguramente en el ideólogo del uribismo para convertirlo en duquismo, (lo que se deduce de una lectura juiciosa de sus últimos escritos publicados), esta jugada a cuatro bandas tiene más de largo que de ancho y le puede resultar muy cara al país pero muy tranquilizadora al mal gobierno que soportamos.
Que sea Ecopetrol la que compre el 51.4 % de las acciones de ISA es camuflar groseramente la venta de un activo del estado, no para invertirlo en obra pública o en otra entidad, sino para coger la plata (¡los billones!) que ponga Ecopetrol sobre la mesa en la cuenta corriente del insaciable esquema de subsidios y gastárselo en par patadas. La disculpa es muy intonsa, pero es disculpa. Decir que ISA queda en manos del estado, porque Ecopetrol sigue siendo la empresa comercial más importante de Colombia, es verdad. Pero como la plata la pone el mismo estado, el negocio termina siendo un yo con yo que huele a trampita de vendedor de caballos viejos.
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Seguir los designios del ideólogo Luigi Echeverri, y así consolidar al duquismo sobre el uribismo en una batalla feroz por gastarse esa plata en vísperas electorales
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Si alguna empresa necesita caja en este momento para enfrentar el difícil futuro que se nos viene es Ecopetrol. Con el petróleo estabilizado a 55 dólares, el negocio de buscarlo y explotarlo en las condiciones que mantiene Ecopetrol en Colombia, es apostar al futuro y conseguir rendimientos muy rápidamente. Pero para poder horadar los pozos y hacer las sísmicas y todos los gastos que requiere una explotación de hidrocarburos se necesita plata y Ecopetrol en el mejor momento en que puede volver a invertir en la perforación de pozos, no la va a tener, se la van a hacer gastar.
Permitir esta actuación del gobernante para seguir los designios del ideólogo Echeverri, y así consolidar al duquismo sobre el uribismo en una batalla feroz por gastarse esa plata en vísperas electorales, es una jugada reconocible en quien concibe al estado como un toro que se somete al rejoneo. No sabemos si le dé resultados porque los colombianos cada vez se dejan tentar más por el populismo, pero lo que sí está muy cierto desde ya es que poner a Ecopetrol a disfrazar una inversión con fines politiqueros y no patrióticos, merece al menos una discusión amplia no solo de los economistas apostadores sino del ciudadano común, que se siente de alguna manera dueño de ISA y de Ecopetrol.