Tenía ganas de irse, comenzar una nueva vida. Por eso estaba vendiendo los objetos que había obtenido en el último golpe, el que consideraba el definitivo. Alemania siempre le interesó por ese viejo cuento de que las europeas son frías y malas esposas. Ella, si encontraba alguien que la valorara, podía ser una compañera ejemplar. En el fondo de su corazón guardó la esperanza de formar un hogar, de tener hijos y porque no, contarle algún día a sus nietos que alguna vez fue una ladrona.
Cuando empezó su carrera delictiva, a los 17 años, sólo quería dar un gran golpe y después largarse donde nadie la conociera. La ambición y la falta de oportunidades que vislumbraba al haber nacido en una familia de bajos recursos, la impulsó a salirse del colegio cuando recién había acabado la primaria. Dotada de una perturbadora belleza, Andrea Johanna Torres se abrió a codazo limpio en un país en donde con tetas se entra al paraíso.
El modus operandi de la vampiresa era bastante simple: todo aquel desprevenido que cayera rendido ante sus atributos se convertía inmediatamente en su víctima. El contacto no debería ser personal, para eso están las redes sociales. Agregarla a Facebook era una tentación que pocos resistían. Un par de charlas, una invitación a comer y después rematar en la casa, al calor de una chimenea en algún exclusivo sector del norte de Bogotá, era el escenario perfecto para “Yayita”. Una vez el aspirante a seductor se quedara dormido, ella aprovechaba, sólo guiada por su instinto, para encontrar, en los lugares más insospechados de una casa, las joyas más preciadas que pudieran ocultarse. Además, se llevaba los cuadros que la víctima pudiera tener colgada en la pared de su casa. Yayita no tenía ni siquiera el bachillerato, pero le sobraba estilo y buen gusto
En 11 años fue protagonista o partícipe de más de 300 robos en donde no siempre terminaba con su levante en la cama, sino que a veces demostraba tener el tesón suficiente para violentar una chapa o romper un vidrio para entrar a una casa. Lo que ganaba no sólo le servía para ayudar a su familia sino que pagaba costosas operaciones para mantenerse hermosa.
En el 2011, mientras intentaba ingresar a una casa, fue detenida y encerrada en la Cárcel Distrital bajo el cargo de hurto agravado. Lejos de deprimirse, se hizo muy popular entre las reclusas quienes sólo alababan su belleza, sino su inteligencia fulgurante y su buen humor. En el 2012 cumplió un viejo sueño que creía olvidado: ser reina. Aunque le hubiera gustado ser coronada en Cartagena, y que el país entero llorara de la emoción al verla tomar un cetro, tuvo que conformarse con que una guardia, enorme y hombruna, le diera un beso en cada mejilla. Nunca antes la cárcel Distrital tuvo una reina más hermosa.
Hace unos meses, cuando volvía por fin a la libertad, se le ocurrió la idea de dar un golpe definitivo e irse definitivamente a Alemania. Para esto ideó un plan: robar, en una sola noche, tres apartamentos de un exclusivo sector de Suba. A pesar de lograr el objetivo cometió un error: se impacientó y sin ningún tipo de tacto empezó a vender lo hurtado que ascendía aproximadamente a los 90 millones de pesos.
Hoy las autoridades han puesto fin a su sueño europeo. Desde la cárcel comenzará una nueva vida y cuando la depresión por estar encerrada le pase, seguramente aspirara a ser reina por segunda vez.