Todas las semanas, Yaneth Waldman viaja a Cartagena. Es un pregrinaje, algo que le sirve para recargarla. Visita a Fanny, su mamá, su principal admiradora. En esa ciudad, murió Samuel, su papá. Con él, siempre le tocó duro. Era un judío pragmático que entendía el arte como el embeleco de jóvenes medio chiflados y por eso siempre subestimó lo que hacía su hija Yaneth. Todo habría sido más fácil y sobre seguro si hubiera estudiado derecho, pero como el salmón, a Yaneth Waltman le gusta ir contracorriente. A sus 62 años –que no se le notan por ningún lado- puede decir con satisfacción que nada le ha quedado nada grande jamás.
La aventura arrancó en Pequeños Gigantes. Los milenial, obvio no lo saben, pero este espacio marcó a la generación de la guayaba. Una idea de Tony Navia, la visionaria productora que cambió la historia de la televisión. De ella aprendió que ser artista no tiene nada que ver con la rumba. Ser artista es ser disciplinado, entregarse por completo a una obsesión. Es honesta y eso le ha costado trabajo. A algunas cadenas les ha molestado la manera como aborda su labor. Por eso, tal vez, salió de conflicto con Muy buenos días porque arrancó al frente de El Desayuno, el programa que reemplazaría a la creación de Jota Mario Valencia.
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Como toda artista, Yaneth en su vida diaria no es precisamente el volcán de energía que ha destilado en telenovelas como Los Reyes o en su cuenta de Instagram que tiene, óiganme bien, 1,5 millones de seguidores. Tiene un carácter fuerte que le ha valido, a veces, la inquina de sus jefes.
En agosto de 2020, sin callarse nada, contó que la única razón por la que dejó el programa El Desayuno fue porque la habían echado. Ha sido intensa en todo y ha pagado un precio por esto. Su primer hijo, Joel, lo tuvo a los 20 años. Sin embargo, nunca abandonó su verdadera pasión, la actuación.
Aunque uno de los papeles que más recuerda es el de Kathy Vanegas de Iriarte, la arribista esposa de Diego Trujillo en Los Reyes, en Dulce Amor hizo de tía alcahueta y en la serie Aquí no hay quien viva, gracias a su adicción al trabajo, pudo con todo, incluso, criar a tres personalidades diferentes como Joel, Michall y Ariel, sus tres hijos.
Sí. La televisión fue su nicho, pero ella se siente como pez en el agua es en los musicales. Su casa ha sido Misi. Allí volvió, después de dos décadas, a ser la protagonista de Annie en el Teatro Colsubsidio. Por eso ha sido un éxito.
Ahora protagonizará uno de sus proyectos más ambiciosos, la adaptación de Mamma Mia, el clásico de Broadway que arrancará este 6 de mayo en Colsubsidio, otra vez con Misi. Será emocionante y regresará al lugar en donde encontró todo el amor del mundo. Nadie ha podido superar el amor que sintió por Misi, su personaje favorito en el mundo.
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