Hace un año Alejandro Char, quien sabe apostarle a figuras jóvenes, le entregó la responsabilidad de organizar los Juegos Centroamericanos y del Caribe a Daniel Noguera de la Espriella. “Él es el jefe de los juegos”, dice Char al referirse públicamente en sus declaraciones a Noguera.
El desafío era inmenso, Barranquilla tenía en ese momento la oportunidad de organizar un megaevento para mostrarle al mundo lo que ha pasado en ella en los últimos diez años, desde que Char asumió en su primera alcaldía y empezó a transformar una ciudad fallida.
Nada podía fallar, a Barranquilla no le perdonan nada en Colombia y la administración de esos riesgos necesitaba a alguien capaz de resolver al tiempo muchas variables.
Noguera es un economista javeriano de 36 años. En su hoja de vida se destaca su liderazgo en temas deportivos y es tal vez por ello que Char apostó por él. Quienes lo conocen dicen que es un discreto “obrero” que no quiere protagonizar y que rehuye al reconocimiento público.
“El dividendo de imagen para Barranquilla es monumental; calculo que el retorno se multiplica por cuatro, creemos que la inauguración fue observada por televisión por más de 50 millones de personas, fuimos tendencia mundial en Twitter seis horas ininterrumpidas y la atmósfera de los escenarios al aire es de Juegos Olímpicos”, sostiene Noguera lleno de orgullo por lo realizado hasta ahora.
Para Barranquilla los Juegos Centroamericanos son una prueba de fuego. Cerca de 5.500 deportistas de la cuenca abarrotan las calles de la ciudad, hay más de 20 mil visitantes que colman la capacidad hotelera, el optimismo de los habitantes de la ciudad está en su punto más alto y el malecón del río, la obra insignia de Char está convertida en un punto de encuentro al que llegan alrededor de 100 mil personas todo los días.
Los juegos apenas empiezan y van hasta el 3 de agosto. La apuesta ahora es con los deportistas. Colombia podría ganar las justas a México y Cuba, que son los grandes favoritos.
La marca ya la hizo la ciudad y ahora se empieza a pensar en ser sede de unos juegos panamericanos.