Las oportunidades de Nairo se han perdido. En Lagos de Covadonga había un pacto: si Nairo se ponía la camiseta roja de líder Alejandro Valverde trabajaría para él. Lagos era su puerto preferido, allí había empezado a ganar la Vuelta del 2016. Esta vez no tiene piernas, esta vez volvió a ser el ciclista chuparrueda que se ha ganado el desprecio internacional. En lagos fue quinto, incluso perdió unos segundos con Valverde. En las toldas del Movistar esto cayó mal. Al otro día Eusebio Unzue, quien desde el Tour del año pasado empezó a hablar públicamente mal de Nairo e incluso contrató a Mikel Landa para que fuera el líder del equipo, un líder español como la afición desea, dijo que no importaba quien fuera el líder, que lo importante era que Movistar ganara la carrera.
Alejandro Valverde al principio había venido a preparar el Mundial de Austria para España. Su labor era clara, trabajar en la Vuelta para Nairo. En el asfalto se han nivelado las cargas y se han mostrado las fuerzas. Valverde ha ganado dos etapas y sobrevivió a lo más duro. Es probable en el Balcón de Bizcaya salga vestido de rojo. La contrarreloj de hoy le viene bien y el muro de la etapa de mañana es su especialidad. Es probable que Nairo quede a más de un minuto de Valverde después de estas dos etapas. Si es así Nairo deberá remangarse y trabajar para quien fue su primer líder en el equipo. Ya pasó este año en la Vuelta a Cataluña.
Dejemos el nacionalismo a un lado y entendamos el deporte. Las peleas entre compañeros vienen desde la época en la que Bartali y Coppi se peleaban por el liderato del equipo italiano en la década del cincuenta. Hoy en día Nairo no puede ganar una Vuelta en donde hay puro mandos medios, ciclistas del montón, una Vuelta en donde las dos únicas estrellas reales, Nibali y Porte, vinieron a preparar el Mundial. Que tenga la grandeza y le ceda el liderato a Valverde, alguien que ha tenido la grandeza de ayudarlo cada vez que ha querido. La carrera ya ha dictado su sentencia. Nairo está muerto y lo que viene será para Valverde, un verdadero campeón.
