No tener a James Rodríguez en plenitud de sus condiciones es tan, pero tan preocupante. Sin James tuvimos que afrontar el mundial del 2018. Sus gemelos lo condicionaron y por eso sólo pudo estar completo en el partido contra Polonia, donde jugó tal vez el último gran partido con la selección. Dos pases gol, uno de ellos de antología a Cuadrado nos hicieron pensar que con James en plenitud podríamos tener un gran mundial de Rusia. Su lesión se recrudeció contra Costa de Marfil y en octavos de final ante Inglaterra lo tuvo que ver desde la banca.
James se está convirtiendo en una ausencia constante en la selección y su ausencia en los entrenamientos del Everton lo que hace es generar aún más la especulación que hay sobre su salud. Ancelotti no quiere decir nada, un silencio que genera aún más inquietud en el país y en la afición inglesa. Esta temporada parecía la de la reivindicación absoluta de James Rodríguez, sin embargo las lesiones volvieron a marginarlo. Además carga con una maleta muy grande: cada vez que no juega su equipo gana.
Entregado a los videojuegos, marginado por 12 lesiones en menos de dos años, James es más un recuerdo que una realidad. En menos de dos temporadas pasó de ser de la élite del fútbol mundial a no poder afianzarse en un equipo de mediatabla en Inglaterra. A los 29 años y con sus lesiones es muy difícil que James David vuelva a ser quien fue. Le costará cada vez más trabajo el fútbol. Tendremos que buscar un reemplazo en la selección. Creo que James ha perdido toda motivación y que, ya es justo, le dio todo lo que tenía al país. A mi en lo particular no me preocupa ni está en juego su legado: James es el mejor jugador que besó este suelo.