La Alcaldía de Medellín lleva conciertos a los barrios, pero no alimentos.
La Policía multa a quienes trabajan en el sector de alimentos, pero deja circular a quienes marchan a favor de delincuentes.
La población civil ataca al personal de la salud, pero lo aplaude en la noche.
El alcalde de Medellín critica a los dignatarios de la JAC por visibilizar el hambre en sus territorios, aunque los utilizó como si nada para poder ser electo.
Sus funcionarios acusan a sectores marginales de ser parte de los combos, por lo cual se excusan de hacer presencia, y algunos medios nacionales se prestan para hacerles este juego.
Las entidades como Icetex y Bancolombia siguen cobrando intereses como si nada, aunque por todas partes se diga que con un decreto no se permita.
Las empresas públicas suben la tarifa de los servicios, a pesar de que prometían congelarlas.
El gobierno nacional anuncia el Ingreso Solidario para 3 millones de familias vulnerables, pero estalla un escándalo de corrupción que incluía hasta la cédula de Pablo Escobar. Además, aunque ha criticado las medidas populistas, contradictoriamente ha excluido a los estratos 4, 5 y 6.
Se establece una política económica global para eliminar gente con estas medidas, pero los gobiernos prefieren acatar los designios del FMI (Fondo Monetario Internacional) y proteger los grupos financieros.
Los políticos de todos los orígenes ideológicos son los llamados a estar más presentes frente a la crisis, pero Petro acusó una enfermedad inexistente, Uribe celebró una medida corrupta como el Ingreso Solidario y Fajardo desapareció aunque esté buscando la presidencia.
Aunque los políticos no quieran invertir en la gente, porque deseen recuperar su inversión, sí hay algo claro, en lo que por primera vez todo el mundo está de acuerdo, es en que ya no se necesita más circo, la gente quiere pan.