Todos los años y por este tiempo a través de la W Radio, que dirige Julio Sánchez Cristo, nos tenían acostumbrados a que Julio empezara a recoger fondos para los soldados heridos en combate. A esta generosa y noble causa a través de sus donaciones se unían empresarios, particulares de “buen corazón”, medianas empresas, fundaciones, etc. Era una especie de replica de Teletón, que organizaba la W con fines altruistas. Era tal el entusiasmo por donar para los soldados heridos en combate que se llegaba a colectar en pocos días más de mil quinientos millones de pesos en diciembre. El objetivo era que los soldados heridos en combate pasaran una navidad feliz juntos con sus familiares.
En un país donde el presupuesto para la guerra pasaba los 30 billones anuales, esta iniciativa privada, aunque con una buena intensión, no se justificaba. Lo que realmente había que hacer era acabar la guerra y efectivamente eso es lo que se ha hecho: la guerra se acabo. Héroes heridos en combate era una campaña que se movía todos los días y la W informaba cuánto llevaban colectados. Esta semana Julio Sánchez Cristo, pletórico de alegría, anunció que la campaña ya no va más, ¿la razón? Por sustracción de materia ya no hay héroes heridos en combate, simplemente porque ya no hay combates.
El Hospital Militar de Bogotá casi cierra sus puertas y tuvo que mutar a hospital universitario, llegaban cerca de 10 o 15 heridos diarios. Hoy ya no llegan militares heridos a causa de minas o emboscadas o combates. Esta desolación, para algunos, perversamente no es una buena noticia.
Para muchos, diabólicamente, esto les causa nostalgia porque la situación les brindaba réditos políticos electorales o económicos. Las cosas se daban sin que ellos aportaran sus hijos para la guerra sin saber del conflicto. Muchos no han leído la historia de Colombia, la cual está plagada de guerras, tampoco han sido víctimas directas, no alcanzan a comprender los beneficios de acabar la confrontación y actúan mas radicales que las mismas victimas, que en su gran mayoría han perdonado y han aceptado el perdón al dolor que les infringió los hechos colaterales a la guerra. Algo incomprensible y enfermizo, lo escucha y lo vive uno todos los días: esos bandidos deben pagar cárcel. No sé cómo terminarían un conflicto de 53 años con esta absurda postura.
Estos dos casos emblemáticos son representativos para comprender los beneficios de haber terminado el conflicto armado. Pero como muchos ni siquiera con esto tan ostensible lo comprenden habrá que explicárselos por el lado de lo absurdo: los teoremas que se veían en bachillerato eran verdades matemáticas que necesariamente necesitan ser demostrados, diferentes a los axiomas que son verdades que no necesitan demostración.
El más clásico de los teoremas es el de Pitágoras que enuncia: que la hipotenusa al cuadrado es igual a la sumatoria de él cateto adyacente al cuadrado, más al cateto opuesto al cuadrado. Esto racionalmente es demostrable, pero había teoremas cuya demostración no es la más racional y había que demostrarlos por el lado absurdo. ¿Recuerdan? Bueno, entonces los beneficios que nos da la paz habrá que demostrárselos a ciertos sectores escépticos por el lado absurdo, suponiendo que la proposición que queremos demostrar es falsa y a partir de esta deducción usando las matemáticas, llegar a una contradicción o algo absurdo: de volver a la guerra que han olvidado, volver a los muertos que han olvidado y a las tragedias colaterales a esto, para así se convenzan que la terminación es lo más deseable. Todo esto muy absurdo, pero como los teoremas, se tendrá absurdamente que volver a lo mismo para así convencerlos de las bondades de superar la tragedia que nos agobiaba.
Héroes heridos en combate ya no hay, las Farc como grupo armado ya no existe, el gasto militar rebajó considerablemente, abriendo caminos para invertir más en educación y salud. Bastas regiones en la que hacía presencia las Farc hoy respiran tranquilidad, el turismo se activa porque los secuestros rebajaron a casi cero, casi ya no hay niños víctimas de minas quiebra patas. Podría seguir enumerando ventajas. No reconocer esto es estar medio loco o estar enfermo de odio.
