Mi ídolo es Iván Mejía, no sólo por sus conocimientos futbolísticos sino por su elegancia a la hora de ser gañán o desparpajado. Nadie como él puede ser capaz de provocar tanto al público sin traicionar su buen gusto. Ojalá Gabriel Meluk hiciera lo mismo. No sé qué detesto más, si su prosa torpe o su imagen en T.V. Cuando intenta hacer de buen escritor cada semana en El Tiempo fracasa clamorosamente. Iván Mejía no quiere ser como José Sámano, su ídolo literario, él tiene la virtud desde El Espectador de decir las cosas como sin despelucarse, sin atarugarse de sinónimos y metáforas, es directo y conciso. A mí en cambio me da pena ajena el señor Meluk. Sus intentos por pasar inteligentes son tan penosos como los que hace por parecer simpático en televisión. La verdad a mí no me aporta absolutamente nada. Ver a Meluk es una pérdida de tiempo.
Creo que Meluk es tan malo que está al nivel de un Andrés Marocco, de un Antonio Cazale. Refleja el mal momento que tiene el nuevo periodismo deportivo colombiano encabezado por ese adefesio de Jorge “El Patrón” Bermúdez. Lo peor es que, como ellos, Meluk se cree un super sabio, una especie de periodista mítico como los que tenía el Gráfico en los setenta. Quiere saber de ciclismo, se las da de pesimista y nunca atina. Jamás atina. Iván Mejía, por favor, no te retires nunca. Que solo vamos a quedar. Vamos a quedar tan desamparados que César Augusto Londoño nos va a parecer un decano del periodismo, una suerte de Macaya Márquez. Con Hernán Pelaez semi retirado y Ubeimar Muñoz enfermo, se nos acabó esas cajitas de música que nos embelesaban hablando de fútbol
“Ya no me aguanto más a Garbiel Meluk”
“Antes solo tenía que evitarlo en su columna del Tiempo, ahora me toca verlo en vivo y en directo en Win Sports”
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