Tal vez sea el gol contra Uruguay merecedor del premio Puskas, que le abrió el camino a la selección a su mejor participación mundialista en su historia o tal vez sean los deslumbrantes goles que anotó en su mejor momento en el real Madrid.
El hecho es que tanto la prensa como la afición colombiana aún siguen en fase de negación con respecto al tema de que James Rodríguez ya no es ni la sombra de su mejor versión. Sin lugar a dudas su fichaje con el Al-Rayan fue la peor decisión que tomó en toda su carrera (prácticamente la sepultó), ya que llegó a un país que tuvo que conseguir su participación mundialista mediante el polémico mecanismo de ser sede organizadora del certamen.
Un país sin historia futbolística y lo que es peor, ni siquiera llegó a un equipo que al menos sea destacado en una liga que de por sí ya es mala; no se llega a comprender cómo un jugador de 30 años con chances de jugar un par de años en su mejor nivel haya tomado una decisión de este calibre.
Con el respeto que merecen los hermanos bolivianos, pero hasta su liga, que en el papel es la más modesta de Suramérica tiene más nivel y renombre que la liga de Catar, al menos algunos de sus jugadores disputan libertadores, sudamericana y eliminatorias.
Raya en lo ridículo que la prensa colombiana le haga seguimiento a cuánta actividad tenga James en esa liga como si la "Copa del Emir" fuera el torneo del siglo, habiendo tantos jugadores talentosos con mejor presente que merecen más prensa. Raya en lo ridículo también que desesperadamente le busquen justificación alguna a tan mala decisión, llegando inclusive a decir que él lo hizo por tener más minutos e intentar figurar en la selección o que se fue para Catar porque allá sí hace calor y así juega mejor que en el frío europeo.
Si antes sus chances eran limitadas con Reinaldo Rueda, ahora sí que son nulas. Lo más sensato hubiera sido quedarse el año que le restaba en Everton, cobrar su contrato, trabajar en silencio y ganarse un lugar en el equipo. Porque es claro que, con la presión de la prensa, la hinchada y con el calendario tan apretado de Inglaterra, a Benítez en algún momento le hubiera tocado ceder y darle algún lugar, pero no, ni siquiera dio la pelea porque sencillamente no quiso luchar.
Todo esto hace concluir que Colombia ya debe pasar la página con el tema de James Rodríguez y resignarse a que no volverá a ser el mismo de antes. El país se debe acostumbrar a ver jugar a la selección sin su presencia.
Es claro que a la selección le hace falta James, sobre todo en la creación de juego ofensivo, de eso no hay duda, pero su versión actual no suple esa carencia.