Que señora tan oportunista. Me refiero a las “conmovedoras” palabras de una senadora de apellido Cabal arengando en un video al pueblo caleño a no dejarse doblegar. Como siempre, empiezan a aparecer los pescadores de los ríos revueltos.
Es momento de unirnos e impedir que a Cali la mantengan secuestrada; recordarle al alcalde @JorgeIvanOspina, a la gobernadora @ClaraLuzRoldan y al Presidente @IvanDuque que su función primordial es ejercer autoridad y proteger a los ciudadanos. pic.twitter.com/pFPAjNUt09
— María Fernanda Cabal (@MariaFdaCabal) May 10, 2021
Es fácil decir vamos a resistir, claro. Ella muy tranquila quizás en Bogotá y los que están en Cali secuestrados, gracias a la ineptitud de los legisladores y la tibieza de sus gobernantes locales, en aparente contubernio con los líderes de la minga y el caos que ello provoca, defendiéndose con oraciones y la Santa Cruz.
¿Ella posa de heroína por decir que le pidió a la Procuraduría, a la Defensoría y a la fuerza pública que hicieran su oficio? No puedo creer lo que escuché, fue imposible no recordar a Cervantes, no el de El Quijote, sino nuestro malhadado filosofo de Palenque.
Ya veremos a la señora muy Cabal en la plaza pública cobrándole a Cali su bravata del 9 de mayo de 2021.
Eso que ella tan inteligente y generosamente dice haber pedido lo estamos exigiendo vehementemente los colombianos, como es nuestro derecho, desde que al gordito de la televisión se le ocurrió lo de la reforma tributaria. Parece ser y voy a averiguar que la Casa de Nariño es otro país o república independiente que llaman, porque en Colombia no es momento de reformas suicidas.
Es curioso que todos hablen del legítimo derecho a la protesta, pero el presidente Duque, quien tiene curiosamente dos de las cuatro sílabas de la palabra badulaque (no estoy diciendo con esto que sea medio badulaque, porque me parece completo), desconoce el derecho al disenso y todos tenemos que asentir como perritos de taxi a sus constantes incoherencias.
La protesta es consecuencia de la sordera del que mandonea y no escucha las voces en desacuerdo. El presidente es un "artista" y quizás por eso lo "desconectado" de su cerebro.
Nos tortura con su presencia y autoelogios todos los días con un bodrio de una hora a nivel nacional en por lo menos diez canales, al mejor estilo del impresentable vecino venezolano con su dictatorial programa Aló Presidente, solo que aquí es “a lo presidente”.
Aun así, no ha sido capaz de comunicar ni de conectarse con sus hoy casi cincuenta millones de víctimas.