La noche del 28 de junio, dediqué par de horas a escuchar, ver y leer la andanada de improperios contra la selección nacional de fútbol luego de la eliminación de la Copa América 2019. Lo que me generó mayor inquietud es que desde las redes sociales, los anónimos tomaron la figura de William Tesillo para hostigamientos. Hasta la imagen de Andrés Escobar salió a relucir. Hecho de sangre poco grato para nosotros.
Estas líneas en parte van dedicadas cariñosamente a los cientos de asalariados que acabaron y quieren acabar con Tesillo. Bueno pues este futbolista por lo menos puede ir a pasar su achante de pronto a Cancún (porque juega en México y tiene el modo) o a San Andrés, Tolú o Cabo de la Vela y no como muchos de sus contradictores que les toca quedarse en su casa echándole la madre, resentidos y mirando a ver cómo estiran la quincena o la prima para poder beber, emborracharse y si les alcanza responder por sus obligaciones.
Por eso reitero mi respaldo a Tesillo. El fútbol lo juegan seres humanos y como tal cometen errores. ¿Por qué no se le ganó a Chile durante los 90 minutos y se tuvo que esperar hasta los tiros de los 11 pasos, momento en el que se viven muchas tensiones? Así es el fútbol.
Tranquilos ya hicieron catarsis, sigan comiéndose su arroz chino y ojalá les rinda porque la situación está muy dura.
Para un deportista no es positivo que sea centro de blasfemias o de presiones. Ojalá así salieran con ese ímpetu a manifestar su malestar cuando se roban la plata de la salud o de la alimentación escolar o reflexionan sobre la violencia hacia los niños, los animales o las mujeres.
El deporte así como el arte es de lo poco que saca la cara por este país, no es justo que se sobredimensione un error, una persona no sale a cobrar pensando en errar, en dañar una campaña que es colectiva.
Y claro, desde los medios de comunicación pude ver que muchos de los que estaban maravillados con la Selección Colombia el día anterior, salieron 24 horas después furibundos a criticar el proceso. Avivando a los iracundos.
En fin. Ya superado el trago amargo. Disfrutemos el fútbol que se convierte en el oasis frente a tantas dificultades. Porque luego de la salida de este torneo la vida sigue, la corrupción no acaba, la gasolina y el Acpm siguen en alza, la violencia no cesa, la problemática de los venezolanos y su impacto negativo en la economía no para, entre otras cosas.