Se nos fue el IX mundial de salsa en Cali 2014 y las ganas de seguir bailando quedaron intactas. Pero para alguien que no baila este siempre es motivo de burla porque el baile representa sabor, movimiento y análisis aunque no lo crean. No cualquiera se mueve con estilo propio; tendrán ademanes, pero la práctica hace del bailarín un buen rey para burlarse de los demás. Y no es secreto ver a las parejas combinar ritmos ‘guapachosos’ para observar, entre risas, que no todos llevan el “ritmo en la sangre”. Y no importa si los pasos son de fina coquetería o de consumada elegancia, lo importante es cortejar a la persona correcta y no a la equivocada.
Algunos reyes enseñan, otros no. Con golpes y movimientos de cadera el aire y la danza se juntan para concretar la apertura del baile y los colores del escenario, mientras las personas hablan y critican si aquel hombrecito es buen bailarín o no. Abrirán muchas academias y alrededor pedirán canciones a gritos. Lo único valiente de quienes no les gusta bailar o esconden su gusto por raíces ideológicas o ‘mamertismos’ baratos de ideas alcohólicas, revolucionarias e independientes de adolescentes, es que guardan, en algún rincón, los deseos de bailar en alguna fiesta sin quedar en ridículo, y lo dijo Fernando Bellver: “pedir una bebida a gritos al camarero es el paroxismo del baile contenido y su única conexión con los danzantes”. Los danzantes que alegran la noche o la tarde; los danzantes que adquieren una postura de rigor para sostener un show, o los aficionados que encuentran en la seducción del baile, su boleto de entrada a las mieles del amor.
Es la esencia como el alma en persona. Es un desborde de alegría y emoción que visten continuamente zapateros, estilistas y obreros de barrio. Es el contenido especialmente atraído por hojas y hojas manchadas de tinta, de historia (porque cada canción tiene algo especial) y de innumerables cuentos que hoy son hechos a ritmos de congas, timbales, maracas, pianos, violines, flautas y trompetas. Poesía hecha papel. Recuerdo el son Cabo E de Ricardo “Richi” Ray y Bobby Cruz: “Cabo E, Kabiosileo. Aina ucaca que le llaman la reina del guaguancó".
Mantener el espíritu encantador en la música así no seamos músicos, representa un poco la complejidad con la que se teje cada canción, o si cada baile o letra representa un pasado. No se pierde el sentido cuando se logra entender la dificultad. Lo único estrictamente valioso es que ambos cierran un circulo donde la “incapacidad de reproducción” llega a bocas de un no o de un sí, acepto. Y que por azares de la vida, siempre habrá un espacio para 'tirar baldosa' con alguien especial sin importar las consecuencias que deje el baile, pues éste enamora, encanta y lleva a parejas de sexos y gustos diferentes a recorrer dimensiones desconocidas,naturalmente, por las rivalidades que hay de por medio, sin la explicación, por ejemplo, de por qué un gay puede bailar mejor que una mujer. Esto se evidencia en la salsa. Ahora, el contenido no exalta la perfección de los pasos ni los cortes de cada canción, tampoco felicita a quien lo hizo bien. Pueden tardar horas y horas bailando. Para esto, es porque la sencillez y la complejidad construyen la personalidad del bailarín, conectándolo con el aficionado o con las demás personas que desvirtúan el buen danzar de los que se atreven a mover los pies sin tener precisión en los ritmos y que lo ven como una estrategia para conquistar lo indefendible, pues las mujeres en su corta ventaja exigen el tipo especial de baile para abrir paso a los talentos escondidos y necesarios. Ambos, eternos rivales, requieren a veces de exactitud que brillen con luz propia para no aborrecer a quienes no saben bailar.
Mientras su pareja le dice gracias, o me está sonando el celular, la canción queda en la mitad de la nada sin oportunidad de reivindicar lo que sostiene al hombre y a la mujer: el sabor. Con “absoluto desprecio” el baile en sí califica si pasa o reprueba. Pero no es para preocuparse porque habrá tiempo suficiente para entablar conversaciones donde los labios, con una buena canción de fondo y una buena charla, sean protagonistas. Todas las formas posibles son válidas, y las relaciones que se tejen alrededor del espectáculo, del baile y del show, también lo son. Por eso es importante reseñar que las mujeres como los hombres, especialmente las primeras, se sienten atraídas por figuras que deslumbren con su propio talento, y si no es así, entonces que brillen en otro contexto donde el gusto musical sea el héroe y el baile el villano.
La necesidad de bailar bien cada vez más se convierte en un reto, algunos sueñan hacerlo como los salseros de Cali, otros como los bailarines de Tango, otros se arriesgan a bailar hip hop y otros, seguramente, como usted respetado lector se atreven a observar el espectáculo, como yo, tratando de igualar los movimientos que con esfuerzo (estoy seguro) han logrado establecer los reyes de la pista. Por ahora no soy el villano, porque el equilibrio lo he mantenido en los diferentes escenarios que ofrece la ciudad. ¿Pero quién decide si es bueno o malo? Es difícil contestar esta pregunta, pues regresaríamos a los debates de si existe la objetividad o no. Por ahora disfrutemos de la danza. Quienes tienen la ,última palabra son los jurados.
¿Y usted qué necesita para bailar?¿Héroes o villanos?