El sexo, al menos en nuestro país, es un tabú. Y cuando digo sexo no solo me refiero a aquellas relaciones de carácter físico, sino aquellas que son de carácter afectivo, físico y emocional.
Recuerdo que estando en el colegio el que era mi profesor de religión y filosofía señaló en una clase que la masturbación era un acto en el cual había un desperdicio de material genético. Del mismo modo, que la respuesta que me dio mi papá cuando le pregunté qué era la masturbación fue que esta era una actividad que realizaban los curas, toda vez que no podían tener relaciones sexuales. Qué falta de educación sexual la que muchos hemos recibido.
Ahora bien, en los hogares y en los centros educativos se ha tenido la errónea creencia de que hablar de educación sexual solo implica referirse a los métodos anticonceptivos. Sin embargo, hay más. Por un lado están los los elementos de carácter físico y, por el otro, los de caracter emocional y sentimental.
Sobre los primeros hacen falta clases que permitan que las personas aprendan a identificar las zonas erógenas del hombre y la mujer, los riesgos, los elementos de comunicación, las prácticas responsables, la seducción y el autoplacer. Estos son elementos que deben abordarse en clase y en el hogar, sin lugar a dudas. Qué bueno sería que como seres humanos podamos no solo llegar al punto de satisfacción personal, sino realmente tener una relación que permita la satisfacción plena de ambas partes.
Sobre los segundos, qué bueno sería recibir clases no solo de aproximación a una pareja, sino de identificación de riesgos sobre relaciones tóxicas, cómo abordar el rompimiento de una relación, cómo tener una relación sin abandonar nuestras propias metas y expectativas, cómo abordar una discusión, en qué momento desistir de una relación y, por qué no, cómo mantener una relación viva a pesar del tiempo. Todo esto sin olvidar principios y pilares esenciales tales como la honestidad, la fidelidad y el respeto.
Sin embargo, este tipo de educación muchas veces no lo encontramos en casa ni en nuestras diferentes escuelas. No sabemos abordar el rompimiento de una relación, no sabemos cómo darnos una nueva oportunidad, no logramos identificar en qué casos nos encontramos en una relación tóxica, pensamos en la relación sexual como una ruta con finalidad orgásmica y que la seducción es la arrechera, no sabemos cuándo dar por terminada una relación y, por el contrario, muchas veces la extendemos más allá del rompimiento, entre muchos otros casos, que seguramente estarán ustedes pensando.
¿Cuántas lágrimas, depresiones o situaciones incómodas o irrespetuosas podríamos evitar si implementáramos un sistema educativo sexual serio y no enmarcado en una cultura conservadora, donde si no se habla de abstención se habla del condón? El sexo y las relaciones afectivas son simplemente deliciosas, qué bueno sería que todas las personas recibieran una formación mínima y no tengan, por el contrario, que aprender en ocasión del método científico.
Con eso en mente, debe haber una adecuada orientación sobre este tema para todos. Así mismo, se debe brindar un consejo aplicable por parte de profesionales y no de compañeros que seguramente están viviendo la misma situación de aquel que sí se atreve a compartirla. Disfrutemos con responsabilidad, tanto nosotros como quienes nos brindan la oportunidad de compartir en la intimidad, los placeres de las relaciones, el sexo y nuestros deseos.