¿Y si Santrich muere?

¿Y si Santrich muere?

"Así parezca que la situación es personal, no lo es. Sea culpable o no de lo que lo acusan es una circunstancia que lo supera como individuo"

Por: Fernando Dorado
abril 19, 2018
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¿Y si Santrich muere?
Foto: AFP

“En Colombia, así como el imperio instrumentalizó la guerra, hoy instrumentaliza la paz”.

Seuxis Pausivas Hernández Solarte, mejor conocido como Jesús Santrich, está decidido a morir en la huelga de hambre que inició desde el mismo momento de su captura. No será el último muerto de nuestro conflicto armado, pero será muy trágico, paradójico y cruel. ¡Es increíble!

Es uno de los integrantes de la insurgencia colombiana que más atraía a la gente y seducía a los medios de comunicación por su enfermedad de la vista (ceguera creciente), por su capacidad intelectual, rebeldía demostrada, sensibilidad artística y una serie de cualidades que contrastan con la imagen del guerrillero cruel y desalmado que se impuso en la opinión pública. Hoy está a punto de inmolarse —según ha anunciado— para demostrar su inocencia y en defensa de su dignidad, sus ideas y su causa.

Duele de verdad la situación de Santrich. No porque se lo crea inocente o porque uno se identifique con sus ideas y métodos utilizados para implementarlas. Duele porque es un ser humano enfrentado unos hechos que lo sobrepasan y que no puede controlar. ¿Qué significado podrá tener su acción?, ¿sacrificio?, ¿suicidio?, ¿expiación? Y si realmente muere… ¿qué efectos tendrá sobre nuestra sociedad, la juventud, la Farc, el proceso de paz, las elecciones, las otras guerrillas?

Así parezca que la situación de Santrich es algo personal, no lo es. Sea culpable o no de lo que lo acusan es una circunstancia que lo supera como individuo. Es evidente que compromete de una u otra forma a su organización pero, también, es un hecho que nos desnuda como sociedad. Es resultado de haber permitido que el narcotráfico se incrustara hasta lo más profundo de nuestra vida, economía y cultura, hasta tal punto que logró permear tanto a guerrilleros como a curas, a políticos y banqueros, a negociantes y a ciudadanos del común. Y no lo olvidemos, es un negocio e industria promovida desde el exterior y el interior por gobiernos y grandes empresarios que se lucran de él.

El movimiento democrático que hoy se expresa de diversas formas en Colombia y en Latinoamérica está obligado a entender lo sucedido con las Farc-Ep. Tanto lo ocurrido con las “fuerzas armadas revolucionarias” como con la “fuerza alternativa del común” que está en construcción pero que está siendo destruida desde adentro y desde afuera[1]. ¡Hay que hacerlo!

Militantes y simpatizantes de “unas” y de la “otra” migran apresuradamente hacia otras expresiones políticas sin reflexionar sobre lo ocurrido con quienes decidieron desmovilizarse y convertirse en partido político. Otros, desde adentro o afuera de dichas organizaciones se rasgan las vestiduras, acusan de traición o de graves errores a algunos dirigentes de la insurgencia pero lo hacen sin la más mínima autocrítica y de forma coyuntural. La desbandada es brava.

Creo que solo si entendemos a fondo lo ocurrido con la insurgencia armada colombiana podremos prefigurar lo que será la lucha por la democratización del país y, también, comprender —así parezcan experiencias diferentes— lo que sucede con los “procesos de cambio” de los países vecinos que enfrentan graves dificultades en su continuidad gubernamental y política.

Hay quienes creen que se puede pasar la página de un momento a otro: “olvidar para no pensar”. O, echarle la culpa al enemigo. Y no es lo correcto. Tarde que temprano lo reprimido reaparece. Estamos frente a las mismas fuerzas retardatarias que están a la ofensiva. Por ello, debemos hacer el balance más allá de la coyuntura. Lo que enfrentamos es nuestra propia capacidad para interpretar la realidad de la que somos parte. Ellos nos derrotan porque se lo facilitamos.

Y, además, a pesar de todo, esas fuerzas son parte de nuestro pueblo, equivocadas o no.

[1] El informe de la ONU del día de hoy 19 de abril de 2018 denuncia la situación de los excombatientes, el asesinato de 44 desmovilizados, el incumplimiento de los acuerdos y otros problemas similares. Ver: https://bit.ly/2vsabqa

 

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