Hoy por la pandemia está en entredicho no solo el sistema educativo colombiano (por la ausencia de conectividad y por la pobreza de la mayoría de los estudiantes de preescolar, de primaria y de bachillerato), sino el Icfes mismo. ¡Esta es una gran oportunidad para eliminarlo del sistema!
Pues bien, el Icfes implica para los colombianos una carga burocrática que no sirve para mayor cosa. La prueba la tenemos en nuestros rostros pues con o sin evaluación bien se podría avanzar con un nuevo “sistema” que no costaría sino la décima parte de lo que vale tener ese elefante que todos han entronizado y que las universidades veneran.
Según la resolución 003 (20 de diciembre de 2019) firmada por el ministro Carrasquilla, el presupuesto asignado para el Icfes es de $199.326.000.000. Sin embargo, de acuerdo al presupuesto de ejecución de gastos del 2019 (publicado por el mismo instituto) es de $629.179.000.000. Eso quiere decir que es en verdad tres veces más honeroso de lo que se publica.
Los resultados son desastrosos, pues internacionalmente nos encontramos entre los últimos del sistema educativo como lo prueban las Pisa, aunque de esto no tiene la culpa el mismo Icfes, sino la ausencia impresionante de medidas gubernamentales para la educación. Se siguen comprando tanques de guerra en vez de computadoras o pupitres, pero ese es otro tema...
Retomando, se puede generar una interfaz (que cueste la infinitésima parte de esos $629.179.000.000) en donde los colegios que están legalmente constituidos y que se encuentran en las plataformas del MEN inscriban los resultados finales de cada uno de sus alumnos (desde sexto a once). De este modo, cuando una persona se gradúe podrá acreditar su calidad educativa de acuerdo a sus resultados de esos seis años. Así pues, serían estos promedios los que les permitirán a las universidades evaluar a sus aspirantes, dejando de lado un examen en el cual los nervios hacen de las suyas.
Si se evalúa la calidad educativa por cada materia en los seis años será el sano juicio de los maestros y las miles de horas de estudio las que valdrán para que un niño pueda escoger la carrera perfecta. Además, esto podría ser un mayor incentivo para estudiantes, padres de familia y profesores, que tendrán la mejor herramienta para estimular el estudio desde que inicia el bachillerato y no dependerán de un simple examen (que es la mata de la inequidad), con el cual han excluido a muchos estudiantes colombianos (que en sus colegios fueron excelentes, pero que gracias a las Pruebas Saber perdieron la posibilidad de entrar al sistema universitario). Con razón la Universidad Nacional tiene su propio examen, pues el estatal no es confiable.
Imagínense la cantidad de recursos ahorrados. Bien podría ser el fin de Icfes.