Empiezan a desvanecerse los aires densos dejados por las agitadas elecciones presidenciales. Muchos logran entrever el complejo panorama político al que Colombia se enfrenta. Gústenos o no, con su evidente inexperiencia, el nuevo presidente ya toma las riendas y se pone en la cabeza ejecutiva de un país lleno de miedo, mentiras, incertidumbres y, sobre todo, dividido. Digamos que lo malo ya todos lo sabemos, e históricamente este ha sido una de los problemas más grandes de los colombianos, se vive en un enfrascamiento dentro de todo lo que nos aqueja y no se es capaz de salir de ahí, por eso no hay que seguir cayendo en el mismo ciclo.
Dentro de lo que puede caber, hay un mensaje positivo, el país está viviendo una transformación y es una tendencia en la que no se puede dar marcha atrás, se escuchan ya los pasos de la transición en la cúspide política que el país pide a gritos. Sin embargo, hay un tramo de lodo por el que es imposible avanzar, que se mantiene debido a la polarización que causa la política dentro de la convivencia misma de los colombianos.
Son muchas las oportunidades que se han presentado para lograr una solidificación como un bloque social que permita encontrar un nuevo camino para el progreso: el plebiscito, los acuerdos de paz, las elecciones presidenciales, entre otras. Ninguna hasta ahora ha logrado su cometido, muy por el contrario, gracias a las falacias transmitidas por quienes no les conviene que el país trabaje junto, todas han coincidido en alimentar a ese gigante de la división.
En este momento, se abre paso por un nuevo sendero, gracias a un proyecto que, desde hace 4 años o un poco más, se ha venido construyendo por encima de todos los impedimentos que han querido poner. Un proyecto que aunque tenga voceros, no conlleva ningún nombre, ni tinte político. Un proyecto que como desde hace mucho no se lograba, ha unificado fuerzas entre todos los sectores políticos del país (incluyendo también al del presidente Iván Duque) por un mismo fin y es el de contrarrestar un poco el verdugo más violento de Colombia, la corrupción. Se podría escribir un sinfín de páginas sobre cómo este flagelo se ha venido imponiendo paulatinamente hasta llegar a ser el sistema mismo, pero no es ese el objetivo.
La consulta anticorrupción se presenta como esa nueva oportunidad de que por medio de un mecanismo de participación, de tantos que muy escasa vez se aprovechan, todo el país llegue a un consenso, una oportunidad para que por primera vez en mucho años, seamos de verdad un solo país. Es mucho lo que hay por decir de este proyecto, lo que significa, la historia que conlleva, pero es tarea de usted como lector el informarse, en sus manos está el dar o no, el chance de que ganen de nuevo aquellos que viven satisfechos con un pueblo engañado.
Reitero, el país está cambiando, y este proyecto si bien es claro que no acaba en un golpe con la corrupción, cosa que es imposible, deslumbra un paso descomunal en la lucha contra este fenómeno. Alcanzar el altísimo umbral que la consulta requiere, no dicta otras cosas más que un pueblo que se muestra inconforme y que empieza a manifestarse por medio de las herramientas que por derecho tiene. Y aunque ya se comienza a manchar por las mentiras que los mismos de siempre transmiten, no se puede desaprovechar el chance que una vez más se nos da. Son pocos días los que quedan, pero son los suficientes para que cada uno examine la positiva coyuntura política que esta consulta abre.
No creamos a quienes siempre han mentido, la consulta no tiene reposición de votos, no tiene ningún objetivo político más allá del que mucho nos conviene, no favorece a ningún político y será esta consulta el portavoz de un pueblo que obliga a sus representantes en el poder público a hacer las cosas como se debe. Hay que votar, los de derecha, izquierda, centro, arriba, abajo, lo que sea, hay que apoyar una de las pocas iniciativas políticas que realmente beneficia al ciudadano a pie, como usted, como yo, es necesaria. Haga parte de lo positivo, de lo que nos une, tenemos una tarea de vital importancia este 26 de agosto, cumplámosle al país.