Con sorpresa veo en los medios de comunicación cómo se le cuestiona al Estado de Israel por ejercer el legítimo derecho a defender su territorio, de los constantes ataques y amenazas de organizaciones paraestatales que, según la legislación internacional que versa sobre derechos humanos, cumple todos los requisitos para ser terrorista.
Hace poco más de un mes, Hamás, rompió el pacto de no agresión que había entre el gobierno Israelí y la Autoridad Nacional Palestina, al lanzar morteros y cohetes de largo y corto alcance sobre población civil en Israel. El gobierno del Estado judío advirtió a Hamás que cesaran sus ataques, a lo que estos de manera desafiante respondieron secuestrando y asesinando a tres adolescentes judíos. Sin embargo, agotados todos los intentos diplomáticos de encontrar solución, Israel se vio en la obligación de replicar a los poderosos cohetes M302 de largo alcance que dispararon sobre Tel Aviv y Jerusalén.
Desde que inició la ofensiva, las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) han logrado interceptar con su sofisticado sistema de defensa antimisiles “Escudo de Hierro”, 180 cohetes diarios. Significa que, en promedio, por semana disparan 1.000 cohetes sobre territorio israelí. Esto definitivamente no responde a un acto de resistencia de una pequeña organización que se defiende con piedras, como se ha querido mostrar; estos son verdaderos actos terroristas que, Israel en el estado de necesidad en el que se encuentra debe contrarrestar, no como represalias armadas, sino como actos de legítima defensa.
En los incesantes esfuerzos de las IDF por preservar la vida no solo de sus ciudadanos, sino también de civiles gazatíes, insta mediante mensajes de texto, llamadas y panfletos a que se alejen de centros de comando donde operan terroristas que están localizados en escuelas, mezquitas, hospitales, etc. Edificios que, según la ley internacional, se convierten en blancos legítimos. Infortunadamente, Hamás recomienda a los civiles que ignoren estos llamados
Mientras Israel propende por salvaguardar la vida de gazatíes e israelíes con estrategias y actos de buena fe que minimicen los daños a terceros; Hamás, haciendo gala de su estatus terrorista, comete doble crimen de lesa humanidad al poner civiles en línea de fuego para que protejan objetivos militares, y al arremeter contra civiles en Israel.
Así pues que, el Estado de Israel no puede esperar a que Hamás proteja a sus ciudadanos, no puede bajar la guardia; eso significaría desaparecer.