¿Y si en vez de insultarnos y ponernos etiquetas como paraco, uribestia, mamerto y enmermelado, nos sentamos a dialogar sanamente y a debatir con argumentos sólidos?
¿Y si en vez de descalificar al otro por no pensar como yo, hablamos con él para conocer mejor sus ideas?
¿Y si en vez de señalarnos como de izquierda o derecha por no seguir a tal o cual candidato, nos dedicamos a conocer y estudiar sus propuestas?
¿Y si en vez de votar por aquellos que promueven el odio a través de sus ideologías, votamos por los que tengan propuestas coherentes?
¿Y si en vez de creer a ciegas en cadenas y noticias de dudosa veracidad y difundirlas sin pensar, nos dedicamos a leerlas calmadamente y analizarlas para confirmar si son ciertas?
¿Y si en vez de atacarnos en redes sociales como una horda de salvajes, las usamos para difundir los planteamientos de aquel a quien apoyamos?
¿Y si en vez de votar para que no gane este o aquel candidato, votamos por el que nos parezca mejor?
¿Y si en vez de insultar y burlarnos de aquellos que cambian su voto por prebendas económicas o en especie, nos dedicamos a hacerles entender la importancia del voto a conciencia?
¿Y si en vez de votar por ideologías que infundan el miedo, votamos por las que nos ofrezcan la esperanza de un país mejor?
¿Y si en vez de criticar la corrupción gubernamental, empezamos a cambiar la cultura de la deshonestidad respetando normas tan simples como pagar el pasaje del transporte público?
¿Y si en vez de creer que nos vamos a convertir en este o aquel país, nos ocupamos de hacer de Colombia el país que queremos para nosotros y nuestros hijos?
¿Y sí en vez de seguir polarizando nos unimos para trabajar juntos por el país?
