Con mucho dolor e indignación escribo esta nota hoy. Nuevamente se niega el derecho a la eutanasia, en esta ocasión al caleño Víctor Escobar, quien sufre de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y no quiere seguir viviendo.
Es triste que en Colombia nada se logre por la vía legal. La mentalidad hipócrita de la sociedad, las tradiciones, la religión y la misma ley, se amangualan para que alcanzar lo que se considera un derecho y se convierta en una maratón interminable que estimula las vías de hecho y lo ilegal.
Aquí se asesinan líderes sociales que en otros países serían homenajeados por sus iniciativas para implementar una mejor convivencia, y aclaro que no me refiero a Convivir; se mata por un celular, se le dispara a los indígenas por ser indígenas, la vida no vale nada, pero cuando alguien adulto y con plenas facultades mentales decide que no desea vivir más y quiere evitar sufrimiento presente o futuro, los colombianos nos hacemos cruces, nos sentimos dolidos, no podemos permitirlo y salimos a pontificar y a alegar que nadie tiene derecho a tirar la toalla.
¡Como si realmente nos importara si vive o muere la persona en cuestión! Siempre hay que aparentar y desconocemos el respeto por la ley y por los demás.
Cada quien debe tener derecho a pensar y a sentir como quiera, pero no a imponer sus creencias religiosas o filosóficas a los demás. A nadie se le obliga a desear morir, pero, aunque no compartamos sus creencias o sus deseos, no debemos oponernos a quien se quiere “retirar” con dignidad.
¿El juramento hipocrático se está volviendo “hipócrita”? ¿Las creencias religiosas se pueden imponer a los demás? ¿Habrá que establecer clínicas laicas para poder cumplir con la ley o será mal negocio?