Antes de empezar nuestra caminata por El Regalo nos encontramos con un vecino del lugar, don Álvaro. Él lleva 50 años en esta tierra, con una sonrisa honesta, mientras le da de comer a las gallinas nos dice: “esto es muy bonito”. Así de sencillo.
Evitar la construcción del relleno fue el primer paso. La pregunta que surgió luego entre la comunidad fue: cómo disminuir nuestra producción de residuos y qué hacer con ellos. Jaime nos explica: “Si nos parece ilegítimo que otros traigan sus basuras acá, tampoco es ético que nosotros mandemos las nuestras a Bogotá. Si uno se come un banano en el parque del pueblo, bota en la caneca la cáscara, esa cáscara va a parar a Mondoñedo, esa huella ecológica es muy fuerte, y más aún cuando se pueden hacer abonos con esas materias primas”.
Fotografía: Camilo Rozo
Por eso, nuevamente un grupo de ciudadanos empieza a hablar de la importancia de trabajar los residuos sólidos del municipio de manera responsable, con el fin de disminuir la cantidad de materiales que van para los rellenos. Se involucraron la Cooperativa de Agricultores Orgánicos, con doña Clementina (líder comunitaria que comercializa los productos de su huerta), y la Cooperativa de mujeres recicladoras, para hacer composta, por un lado, y por otro, para recibir y clasificar lo reciclable.
Mónica León, gestora ambiental, nos explica un poco del proceso pedagógico e insiste en que la clave está en el auto aprovechamiento de los recursos y en tener paciencia, “si sumamos de uno en uno lograremos que todos separen en la fuente, lograremos cambiar el mundo”.
El Regalo nos da silencio, cuida nuestro espíritu y nos envuelve con sus ramas.
