El Centro Democrático, mucho antes de las elecciones, estaba reventado por dentro y sus dirigentes, comenzando por el presidente Duque, cometieron tal clase de desaciertos que provocaron el cisma en esta organización política.
Hasta en Antioquia, cuna del uribismo, muchos de sus dirigentes estaban decepcionados de su partido y su máximo líder, así no lo expresaran públicamente.
Pero la taza se llena como decimos, y los concejales del Centro Democrático tomaron la iniciativa y se rebelaron contra la dictadura.
Paulina Aguinaga, una de las personas más sensatas de esta organización política, tomó la vocería e hizo público su desacuerdo, al que le siguió su compañero de bancada, Albert Corredor.
Oponerse a los más importantes proyectos de la ciudad, solo por no comulgar con el gobernante de turno, o por venganza, rabia o revancha, debería ser un delito, o por lo menos una causal de sanción disciplinaria por parte de la mesa directiva del Concejo de Medellín.
Las directivas de la corporación callan cobardemente frente a algunos sus integrantes, que se han convertido en verdaderos francotiradores contra los proyectos e iniciativas de la administración municipal, sobre importantes proyectos de ciudad.
En el Concejo de Medellín hay un grupito que pertenece al Centro Democrático, viudos de poder, encabezados por Alfredo Ramos, y sus compañeros de bancada, Simón Molina, Sebastián López y Julio González, declarados opositores a raja tabla de la actual administración, que se oponen a proyectos de tanto impacto social como el Metro de la 80, con el único fin de ponerle todo tipo de trabas a la Administración Municipal.
La única concejal que tiene pantalones y carácter para denunciar estos atropellos contra la comunidad que a la larga es la única afectada, es María Paulina Aguinaga, quien pone el dedo en la llaga, y deja en evidencia la hipocresía y las manipulaciones de sus cuatro compañeros de bancada citados arriba, que parecen que solo producen odio y rabia.
Afirma la concejal Paulina Aguinaga que: “ya lo he dicho en otros escenarios: una cosa es hacerle oposición al gobierno de Quintero, que tiene muchos errores, y otra muy diferente hacerle oposición a la ciudad”.
“Tenemos compañeros de nuestra propia bancada que no superan sus derrotas políticas en las urnas y entonces le ponen trabas a proyectos importantes como el Metro de la 80, que viene gestándose desde administraciones pasadas y que es cofinanciado por el Gobierno Nacional, que es de nuestro mismo partido”.