Nuestra república bananera no deja nunca de sorprendernos y con el paro de estos días ha demostrado una vez más que uno se puede morir acá habiéndolo visto todo. Un paro en el cual los transportadores protestan por la posibilidad de perder su licencia de tránsito a causa de la recurrencia en infracciones, dicho en otros términos: están tomando vías de hecho para que los dejen infringir la ley como hasta ahora lo han venido haciendo sistemáticamente.
Sin embargo, también entiendo que todos los ciudadanos que nos ponemos al volante de un vehículo automotor estamos expuestos al riesgo de ser multados y sancionados por violar normas arcaicas y sin el menor sentido común, si este fuera el argumento que motiva el paro posiblemente mi punto de vista sería otro. Ahora bien, ¿qué es lo que, según yo, está mal con el transporte pesado en nuestro platanal?
1. Perfil del conductor de vehículo pesado:
Salvo excepciones, el conductor típico de camión/bus es alguien que no pudo o no quiso continuar sus estudios (opción totalmente válida en este país lleno de oportunidades, cof cof), que consume alcohol varias veces a la semana, cuya alimentación se basa en el acpm (arroz, carne, papa, maduro) y que tristemente, en virtud de lo anteriormente expuesto, tiene un perfil de riesgo bastante alto, glucosa y colesterol por las nubes, visión deficiente, capacidad de reacción bien bajita y las demás consecuencias derivadas.
¿Cuándo se exigirá un examen médico periódico? ¿Cuándo un examen psicológico medianamente decente? Es que no se trata de perseguir y fastidiar a los conductores, es que la responsabilidad de llevar un vehículo con 30 o más vidas a bordo exige unos parámetros mínimos y acá eso a nadie le importa.
Por otro lado, desde mi punto de vista, cualquier ciudadano al momento de presentar exámenes para obtener la licencia debería aprobar un exigente curso de primeros auxilios. Pero de nuevo, la vida de los ciudadanos a nadie le importa
2. Normas y señalización vial dignas de un circo
Basta con salir por carretera a Tunja o tomar la Ruta del Sol (bueno, lo que algún día será la Ruta del Sol) para darse cuenta de que la señalización y límites de velocidad obedecen más al capricho de un niño de 4 años que a un verdadero concepto técnico, es posible encontrar en la Autopista Norte límites de velocidad que pasan de 30 a 70 y luego a 50 Km/h en tan solo uno o dos kilómetros de tramo. ¿Tiene sentido?
Hace días tuve que ir y volver por carretera desde Bogotá hasta Barrancabermeja y honestamente sentí que la muerte me perseguía casi a cada kilómetro: huecos y cráteres, resaltos, material en polvo, reparcheos hechos a lo salvaje, carriles cerrados sin una señalización anticipada. Una odisea moderna, básicamente.
3. Buses o camiones para cargar gente
Por último, en Colombia tenemos muy pocos buses, lo que nos sobra son camiones adaptados para cargar gente. Aún sigo sin entender por qué razón los buses no cuentan con cinturones de seguridad en cada puesto. Un bus que resbale por una ladera o que sufra un volcamiento se convierte en una licuadora para humanos que si no tritura a sus ocupantes, los expulsa violentamente y posiblemente los aplaste. ¿En verdad es tan difícil que el Ministerio de Transporte exija algo tan básico? Ignoro por completo si sistemas de seguridad mínimos como los frenos ABS ya son obligatorios para esta clase de vehículos pero debería ser.
Es triste que la vida no sea sagrada. Claramente los ministros, congresistas y todos los demás personas que hacen las reglas tienen sus vehículos blindados y poco o nada les importa el bienestar de los ciudadanos de a pie.
¡Un saludo!
