En las últimas décadas hemos visto una explosión de información acerca del autismo. No solo por el escandaloso incremento en las cifras, 1 en 500 (1996) vs. 1 en 59 (2018), sino por el mayor entendimiento a nivel científico y el extraordinario número de personas con autismo que nos han ido educando sobre lo que significa ser autista.
A propósito de la ley 1996 sancionada esta semana que reconoce la capacidad legal de las personas con discapacidad, vemos que a nivel nacional se está haciendo un esfuerzo por ser una sociedad incluyente. Sin embargo, no podemos tapar el sol con un dedo; aún hay un camino por recorrer muy pedregoso y largo, especialmente en lo que se refiere al autismo.
En Colombia vemos que el diagnóstico del autismo es tardío, la intervención temprana es casi nula y los modelos de tratamiento no están basados en el perfil individual. Para lograr un mejor desempeño en los autistas adultos, es imprescindible que los programas educativos y de intervención estén basados en la presunción de la capacidad, la relación, el respeto y el perfil individual, potencializando las capacidades en lugar de querer cambiarlas o curarlas.
En países desarrollados vemos un incremento en la cantidad de adultos autistas con capacidades necesarias para ser independientes y productivos. Esto se da gracias a una legislación dirigida a la inclusión real de personas con autismo, un mayor entendimiento del autismo desde las neurociencias, intervención temprana adecuada y mejores prácticas en la intervención y el apoyo. Todo esto, sumado a los talentos que traen las personas neurodivergentes, ha llevado a que muchos adultos autistas puedan desempeñar labores en casi todas las áreas, dependiendo de sus intereses y talentos propios. Algunas áreas son: tecnología, ingeniería, ciencia, periodismo, culinaria, arquitectura y diseño, finanzas y economía, música, fotografía, etc. Sin embargo, el 90% de personas adultas con autismo con educación universitaria están buscando trabajo.
Rasgos positivos del autismo que contribuyen en las empresas
Las personas con autismo tienen un talento escondido que va más allá de lo esperado y lo visible. Ellos tienden a ser muy leales y traen a la mesa ideas y visiones alternativas, cosas que nadie vio o pensó anteriormente. El problema es que este talento es visto como una dificultad, haciendo que sobresalgan más los aspectos negativos que los talentos escondidos.
Las características de procesamientos y entendimiento del mundo hacen que estas personas tengan muy buenas habilidades para hacer una diferencia en lo social, cultural y laboral. Hoy se entiende el autismo como una diferencia neurológica que afecta a las personas de manera diversa y única. El autismo va más allá de los rótulos; incluso se ha sugerido que es una cultura, alejándose de visiones limitantes y obsoletas, como pensar que es una discapacidad cognitiva.
Muchos autistas tienen una capacidad de aprendizaje visual que les permite tener un ojo excepcional para atender al detalle y posibles errores y reconocer patrones con facilidad. Vemos personas que muestran mucha dedicación, lealtad, sinceridad y resiliencia, mostrando un deseo inmenso de trabajar.
Otra fortaleza en ellos es su baja tolerancia a los errores y su capacidad para ser meticulosos, mostrando una gran concentración y perseverancia. Sus habilidades lógicas, analíticas e interés profundo por temas específicos son fortalezas que no se encuentran fácilmente en la fuerza laboral y los autistas son expertos en esto. Su fuerte afinidad con entornos predecibles y estructurados, además de lo anteriormente mencionado, hace de ellos unos candidatos únicos para una gran variedad de labores.
¿Qué necesitamos fortalecer?
Es común que en los ambientes de trabajo aún no incluyentes se generen barreras para las personas con autismo, lo que resulta en tasas de desempleo excesivamente altas. Algunos de estos desafíos incluyen interacciones sociales confusas, ambientes sensoriales caóticos, comunicación poco clara e ideas falsas sobre el autismo, entre otras.
En lo social, debemos hacer un especial énfasis en el fortalecimiento de la habilidad social del individuo, al mismo tiempo que capacitamos a los empleados para angostar la brecha del entendimiento social.
A nivel sensorial, todos los autistas tienen grandes sensibilidades. Algunas son hipersensibles a los sonidos, otros al movimiento alrededor de ellos o a que los toquen, entre otras muchas, dependiendo de su perfil individual. Esto es parte de una configuración diferente del sistema nervioso central, lo que explica los comportamientos diferentes o extraños que presentan las personas con autismo. Esto nos debe llevar a acondicionar el ambiente con el fin prevenir sobreestimulación a nivel sensorial y emocional.
Igualmente, las tareas que se le asignen a estas personas deben ser claras y deben tener un sentido para ellos. También, las empresas deben acomodar las políticas internas de forma que sean apropiadas y fáciles de seguir para el autista.
¿Qué podemos hacer para que estas personas ingresen a la fuerza laboral?
El problema no consiste en que los autistas tengan o no la habilidad para desempeñarse satisfactoriamente en ambientes variados. El problema real es la falta de comprensión y el juicio negativo que hacemos hacia ellos.
Debe haber una transformación en todas las estructuras involucradas con el autismo, con el fin de que se implementen modelos de intervención y entendimiento encaminados a la inclusión total. El fortalecimiento a nivel terapéutico, familiar, social y laboral debe tener un eje central, basado en el perfil individual. Este debe estar encaminado a descubrir y potencializar las capacidades, al mismo tiempo que se afianzan todas las áreas del funcionamiento del individuo.
En cuanto al área laboral, se deben desarrollar programas que apoyen a las empresas para que descubran y valoren el beneficio que trae emplear personas con autismo. En Colombia, aun vemos mucha discriminación en la contratación laboral, lo que exige una mejor legislación y desarrollo de políticas públicas que lleven a una concientización del potencial del autismo en la sociedad.
Según la Dra. Cecilia Breinbauer, psiquiatra y directora de Comunidades Inclusivas, “en Latinoamérica es difícil encontrar a personas autistas que trabajen en una empresa de forma estable, pues la mayoría no dura en trabajos convencionales y termina trabajando de forma independiente”.
Las medidas a nivel social, laboral y legal que debemos tomar deben ser osadas y contundentes. Basta ya de pañitos tibios que no llevan a nada más que al desperdicio de un potencial laboral inimaginable. La ley 1996, diseñada para proteger los derechos de las personas con discapacidad a nivel legal, en su artículo 6 “Presunción de Capacidad” se lee: “La presunción aplicará también para el ejercicio de los derechos laborales de las personas con discapacidad, protegiendo su vinculación e inclusión laboral.” Este es el comienzo.
Organizaciones importantes en Colombia como Best Buddies, la Fundación Saldarriaga Concha y la Liga Colombiana de Autismo han hecho un gran trabajo concientizando a las empresas y a la comunidad sobre la discapacidad y la necesidad de inclusión laboral. Sin embargo, se debe continuar legislando a favor de las personas con autismo y desarrollar normas que lleven a la inclusión y la potencialización este talento dentro de las empresas. Solo de esta manera se creará una cultura inclusiva que reconozca el autismo como una fortaleza a nivel social y laboral.
