Los que no queremos el caos y los que sabemos que la situación actual no nos conviene a nadie no tenemos voz... Porque la aburrida sensatez es lo que menos vende en situaciones como la que vive nuestro país. Las posiciones beligerantes de ambos bandos tienen los altavoces y la atención del público. "Muerte a los policías asesinos" dice un audio ampliamente difundido por WhatsApp, mientras que en otro se escucha a un caleño llamando al enfrentamiento contra los "indios asquerosos".
Pero nosotros no tenemos audios que difundir por WhatsApp porque simplemente contestamos con un silencio ante tanta barbarie. Da la falsa impresión de que somos una minoría. La bulla y el grito de los belicosos nos calla a la gran mayoría que tenemos que sufrir el extremismo de los bandos.
A mí no me da pena decirlo, soy de ideas de izquierda, pero, como muchos otros, sí tengo mucho que perder si el país se desbarranca: el sustento de mi familia, un pequeño patrimonio, etcétera. Por eso le exijo a quienes dicen representarme en las protestas que se sienten a dialogar y no pretendan solucionar los problemas que acarreamos desde hace cinco siglos en un abrir y cerrar de ojos.
Así mismo, le solicito al gobierno, que también dice representarme, que sea serio en las negociaciones, que se siente en la mesa con el ánimo de solucionar las peticiones y no para guardar las apariencias ante el mundo entero que puso sus ojos en Colombia, y que cumpla lo pactado.
Colombia no es un paraíso. Los políticos corruptos tienen secuestrada la democracia, la desigualdad escandaliza. Sin embargo, tampoco hay que arrasar con todo para empezar desde cero. No quiero verme mendigando en otro país porque los extremistas tomaron el poder absoluto de Colombia como ha ocurrido en Venezuela, Siria, Libia o Irak.