Pocas veces un pedalista ha sido más vilipendiado, más acusado injustamente de cobardía, de pecho frío, pocas veces un campeón ha sido masacrado tan impunemente como Nairo Quintana después de su desfallecimiento en el Tourmalet. Por eso, minutos después de levantar las manos en meta, Nairo Quintana tenía un gesto desafiante. Lo había soportado todo, incluso el comentario desobligante de Alejandro Valverde, su amigo, su compañero, el campeón del mundo que en días pasados había insinuado que Quintana era un rebelde, un tipo que no escuchaba las órdenes del entrenador, que no sabía trabajar en equipo. En su gesto se veía la rabia represada, las ganas de gritar. Con Nairo nadie se mete.
Desde que llegó Landa la vida de Nairo en Movistar cambió abruptamente. Era como si no hubieran importado el Giro, la Vuelta, sus dos segundos lugares en el Tour, sus siete podios en Grandes Vueltas. De un momento a otro Eusebio Unzúe le ponía un co-lider, un tipo dificil como Mikel Landa quien ya en el Astana y en el Tour de Francia había demostrado que le incomodaba tener un líder, que era una rueda suelta, que cuando le daba la gana apagaba el pinganillo, de que siempre buscaba victorias personales. Y así tuvo que vivir el 2018 y este 2019.
Y nosotros, la afición y el periodismo colombiano, siempre tan inmediatistas, no pudimos entender lo que podía sentir. Todos buscábamos explicaciones al mal momento. Incluso hablábamos de que estaba acabado, de que a los 29 años estaba listo, finiquitado, que lo habían quemado prematuramente. Pero llegó la subida al Galibier, 26 kilómetros infernales donde solo se han impuesto los mejores, Bahamontes, Coppi, Lucho Herrera y faltaban 6 kilómetros para coronar la cima cuando atacó. Bardet intentó seguir la rueda pero Quintana volvió a ser una moto. El ataque se produjo después de que en el lote del líder reportaran que ni Valverde ni Landa tenían fuerzas. Con esa libertad Nairo demostró de que estaba hecho y si, nos calló la boca a todos los colombianos que lo criticábamos y sobre todo a la prensa española.
Es lamentable la manera como el periodismo español se ha ensañado de una manera irresponsable contra una de los 100 mejores ciclistas de la historia. Ojalá haga un mea culpa y se disculpe. La tortura que está revisando en el Movistar terminará este año. Se irá al Arkea, un equipo menor, casi de segunda pero que trabajará para él. ¿De qué sirve estar en uno de los mejores equipos del mundo si nadie trabajará para él?. Hoy se escapó faltando 150 kilómetros en una etapa salvaje, iba a ser el puente de Landa, de Valverde pero, como le pasó en el Tourmalet al boyacense, a los españoles les faltó las fuerzas. A diferencia a ellos no los traicionó nadie. Qué diferente habría sido el Tour para Nairo si el equipo no le hubiera fallado, si le hubiera respetado su pequeño desfallecimiento no habría perdido la minutada en esa etapa y sus opciones de llegar de amarillo a los Campos Eliseos estarían latentes.
Nairo es séptimo en la general a pesar de las críticas, es el mejor elemento de su equipo. Seguro su extensa fuga hará que mañana pueda tener un desfallecimiento, la antepenúltima etapa del Tour luce monstruosa. Sin embargo volvió a demostrar que él es el hombre del Movistar que mas etapas del Tour ha ganado, tres, un record que iguala con el gran Luis Herrera. Solo un ciclista colombiano podría igualar los números de Nairo y ese es el gran Egan Bernal.
