Qué buena oportunidad para reinventarnos como una sociedad en postura de éxito. Y, Colombia lo ha hecho más que bien; no con sorpresa el día a día con el Mundial caminando, se ha logrado superar la polarización a la que nos condenó la campaña por la Presidencia de la República; en buena hora. Empezamos a pensar en el deporte, en la posibilidad de prosperidad, en la idea que todos guardábamos de vernos en los octavos de final y, ahora… en los cuartos. Qué satisfacción.
Algunos al paso, los menos, siguen en la idea de la polarización, pero, como dicen los entendidos, no han tenido retorno, pues hoy la dicha embarga al país y, poco se ofrece el argumento de lo que se trató de hacer con el país: dividirlo para vencer; técnica tan antigua, como llamada a ser recogida por los anales de las actuaciones antidemocráticas que aspiran a convencer con el miedo y el odio. Nada de eso.
Colombia avanza en el Mundial de fútbol y, lo hace con primor. Los seguimos para acompañarlos, para vernos allí reflejados. Miren ustedes: las plazas, los parques, en el éxtasis del juego; todo el mundo con el credo en la boca como sentencian los antiguos; todos en punto de hacer fuerza por ver superados los, al menos, noventa minutos, para encontrarse en abrazos; qué bueno; y, luego de la victoria, las calles que parecían de la caverna de los vampiros, es decir, solas y hasta oscuras por la ausencia de ruido y gentes, saltan la alegría, pitos, aplausos, gritos y cargadas de tanta adrenalina que hasta producen riesgo… allí llamamos a la cultura ciudadana. Qué fortuna estar contagiados del éxito.
Qué el país sueñe los sueños de vencedores. Gran experiencia que, en veces, lastimosamente, se torna en reacción violenta, pero por fortuna cada vez menos, pues estamos aprendiendo a asimilar el triunfo; el vencer, el sentirse triunfador en un instante —corto o largo—, constituye un estado del alma que concita al placer, a la celebración, a la satisfacción; aprenderlo y aprehender el gozo.
En fin, de los placeres del mundo: el de la victoria, reconociendo al contendiente, es el más grato y constructivo.
¿Ganaremos? Ufff sería bellísimo; pero lo cierto es que la competencia ha sido grande y la actuación, memorable. El deporte, insistimos, nos ha permitido pensar en ese país que desea la vida, la armonía y la prosperidad, lejos de exclusión y, por supuesto, de las miserias humanas.
Pero las cosas siguen pasando, no podemos olvidar que, lejos o cerca del triunfo en el “Mundial”, tenemos que volver a la realidad de un país que se debe a sí mismo y, que si toma el ejemplo del deporte nos debe llevar por el camino de la serenidad a la hora de soluciones: quedaron pendientes las importantes negociaciones con los campesinos; los detalles y alcances de la reforma a la educación que permita encontrar la calificación de excelencia; los ajustes a la Administración de Justicia, en un programa que la haga más cercana a la gente, que en verdad proteja sus derechos y, que antes que la creación de repugnantes privilegios, permita el acceso y la resolución de conflictos, tal como valerosamente ha hecho días pasados el Consejo de Estado —todo ello, ni más ni menos, propósitos de la Constitución—; las propuestas para la derogatoria de la reelección presidencial que, tanto y tanto daño ha producido en nuestro medio; el enfrentamiento sin cuartel contra la minería ilegal y, sus consecuencias; los avances sobre las normas de protección de víctimas y, la posibilidad de dar término a la cuna de los conflictos que es la tierra, con la reparación de víctimas así producidas; por apuntar algunas tareas que se han de acometer con responsabilidad, aquí sí vale, deportiva, con el impulso que nos deja el Mundial; ahhhh y lo señalado por las conversaciones o negociaciones de La Habana; casi nada de propósitos y labores inconclusas.
Superado el mundial de fútbol, que no se trasnoche el impulso, sino que los proyectos se hagan una realidad tan vívida, que sigamos en el éxtasis[1] de ganadores. En un buen deseo que depende de todos.
[1]éxtasis.(Del lat. tardío ex[s]tăsis, y este del gr. ἔκστασις).1. m. Estado del alma enteramente embargada por un sentimiento de admiración, alegría, etc.2. m. (…).Real Academia Española. http://lema.rae.es/drae/?val=extasis