La captura de un fiscal de la JEP por la supuesta comisión de varios delitos ha conmocionado al país por lo que ello significa para la institucionalidad de los acuerdos de la paz nacidos de La Habana y en la que están fincadas muchas esperanzas de verdad, justicia y reparación que allanen el camino hacia la paz. Sin embargo, al margen de esta situación, llama la atención cómo fue posible que una persona con un perfil un tanto oscuro, venido del mundo de la política, aparentemente llegara sin ningún filtro meritocrático como fiscal de la JEP. ¿Quién lo recomendó?
Uno de los factores de la violencia de nuestro país ha sido el clientelismo, entendido como la utilización de los puestos públicos para fines políticos y particulares, por lo que no se entiende cómo la JEP no ha diseñado unos procedimientos meritocráticos que desarrollen los principios de la función pública de moralidad, transparencia y publicidad, especialmente para la selección del personal que hace parte de su estructura administrativa, tanto de apoyo como misional, a donde puede llegar cualquier colombiano que tenga los requisitos y supere las etapas de seleccionen que se diseñen para tal fin.
Y como si fuera poco, en recientes días hubo un escándalo por una supuesta nómina paralela que se estaría manejando en su interior. Está naciendo para el bien del país una institución garante de la construcción de la paz y ya hay serias dudas sobre su componente laboral y el surgimiento de un nuevo clientelismo.
Por el bien de la democracia y la construcción de la paz, el clientelismo no puede imponerse en la JEP ni en las demás instituciones que se han creado con estos fines. Deben de diseñarse mecanismos meritocráticos para la designación de todo su aparato burocrático y evitar injerencias políticas y clientelistas que tanto daño le han hecho al país y que son uno de los factores de violencia.
Total apoyo a la JEP y rechazo a las prácticas clientelistas.