Viendo las noticias acerca de la entrega del túnel de Oriente en Antioquia no me sorprendió y hasta me dejó el corazón compungido ver cómo en redes sociales y en medios de comunicación las personas hacían ver esta obra como algo extraordinario y, es que claro, cómo no van a estar contentos y hasta orgullosos si en un país que vive en la oscuridad de la corrupción la luz se vio al final del túnel.
Y cómo no, en una nación donde esquilman los recursos naturales, secan los presupuestos para robar y demás flagelos, a muchos nos sonó hasta extraño que se confirmara que una obra fuese entregada sin mayores inconvenientes, con tan solo unos meses de retraso, sin otrosís leoninos, sin muertos (porque en este proyecto intervinieron más de 3000 personas), sin escándalos y es que todo esto, al parecer, ocurrió con el túnel de Oriente.
Con este túnel, que es uno de los más importantes en Sudamérica, vuelve el alma al cuerpo del “orgullo paisa”, porque lo de Hidroituango sin lugar a dudas los tiene comiéndose las uñas.
Como colombiano, espero que de ahora en adelante sean más las noticias positivas sobre obras públicas, pienso que peco de optimista. Que ya no nos parezca superlativo cuando nos hablen que una megaobra con una inversión de alrededor un billón de pesos entra en funcionamiento sin que se perdieran recursos del erario o se generaran sobre costos, como lo que pasó en Antioquia.
Eso sí, no estuvo alejado de las mezquindades de egos y políticas porque hubo un tire y afloje de más de 15 años para sacarlo adelante. Pero bueno, lo importante es que lo entregaron y su ejecución no tuvo mayores traumatismos.
Ya es hora que no nos descrestemos con este tipo de noticias, que ya no se den más largas a obras tan importantes como el túnel de la Línea o como la vía al llano. Si ve que con transparencia, diligencia y voluntad política se puede.
Por favor, que bajen las excusas, que no se sigan presentando desfalcos, que una obra no cueste la vida de los operarios, que no impacte negativamente ni la productividad de la gente, ni mucho menos los recursos naturales, porque el cemento requiere del agua, pero no al contrario. Los colombianos queremos ver más luces al final del túnel.