Presuntamente las Fuerzas Militares dieron de baja al criminal Wálter Patricio Arizala, alias 'Guacho', quien era el jefe de una banda que se hacía llamar 'Frente Oliver Sinisterra' dedicada exclusivamente al narcotráfico. Sucedido este operativo, desde el gobierno y los grandes medios de comunicación, se desplego una amplia cobertura y trascendencia de los sucesos, vendiéndose como el gran éxito (el único) de Duque en sus primeros 4 meses de gobierno.
A partir del asesinato de tres periodistas ecuatorianos a inicios del año, la figura de Guacho salto a la escena nacional, convirtiéndose en el enemigo público de la sociedad y en una terrible amenaza para la consecución de la paz. Aunque cuestiono la incapacidad del ejército de capturar a estos delincuentes vivos, su muerte es un alivio para muchas personas y espero que no tenga más resurrecciones, sin embargo su fama siempre fue más grande que su verdadera fuerza, el gran enemigo que nos vendieron, solamente es un eslabón más en las cadenas del narcotráfico y la violencia, y su muerte no resuelve la dura crisis social y humanitaria que atraviesa el puerto nariñense.
Ante la impopularidad y los múltiples descalabros del actual gobierno, la muerte de Guacho cae como anillo al dedo. El uribismo es consiente que los éxitos militares son lo único que puede contrastar la impopular agenda de Duque ante la opinión pública, por tanto, desde un principio invirtieron grandes esfuerzos para dar con el célebre disidente de las extintas FARC, estrategia que le sirvió al mismo Uribe para mantenerse con altos niveles de aprobación durante los 8 años de su gobierno a pesar de sus nefastas políticas.
Estoy convencido de que esta noticia no servirá como cortina de humo para desviar la atención pública del paquete de reformas y escándalos que nublan el actual gobierno y que afectan fuertemente a todos los colombianos y colombianas. Se acabó la guachafita de Guacho, pero hasta cuando la "guachafita" del uribismo y de Duque? No nos olvidemos del pírrico aumento al salario mínimo, de la ley de financiamiento regresiva que afecta a las clases medias y populares, del escándalo de corrupción de Odebrecht, Grupo Aval y el fiscal Néstor Humberto Martínez, de los Bonos Carrasquilla, del hundimiento al mandato anticorrupción, de la persecución a la oposición y a la prensa publica, del asesinato sistemático de líderes sociales y de la represión al movimiento social.
“Se le acabo la guachafita”, exclamo sin ninguna vergüenza el presidente Duque ente los medios de comunicación, cuestión que evidencia la imagen de un gobierno que esta hoy por el piso, el hundimiento paulatino del uribismo y el desespero de un presidente buscando aprobación. Colombia ya no come entero como hace 10 años, la guachafita de unos bandidos ya no sirve como la cortina de humo de la guachafita de corrupción, ineficiencia y despotismo de otros. Señores del gobierno y del uribismo, el país seguirá pendiente de su guachafita