Qué fácil es para muchos en Colombia endilgar de responsabilidades y culpar a un virus que de una u otra manera no ha podido defenderse de las acusaciones, en ocasiones injustas que se le hace de ser el presunto culpable de todas aquellas crisis, vicisitudes, imprevistos, daños, anomalías, complejidades, problemas de todas y cada una de esas dañinas consecuencias que se está viviendo y observando a viva voz en nuestra inquietante y dura realidad, sobre todo para la sociedad más vulnerable del país. Y es que precisamente esa dura realidad se refleja desde el cierre de restaurantes, pasando por despidos masivos, y terminando hasta en desalojos por incumplimiento en los cánones de arrendamiento, eso sí lo vemos desde una perspectiva económica, porque si fuera netamente social duraría toda la vida nombrando aquellas dificultades y consecuencias derivadas de estos hechos económicos.
Sin embargo, más allá de esas duras, reales, palpables y fidedignas realidades que se pueden comprobar desde sus efectos negativos a la sociedad colombiana, cabe preguntarnos: ¿es justo endilgarle culpas de la situación que se está viviendo solo y exclusivamente a este invisible e inanimado virus?, ¿es justo declarar culpable a un virus de ser el autor intelectual de un hecho, aun sabiendo que este no se puede defender o alzar la voz ante lo que se le acusa?
Tales preguntas las hago, ya que me causa curiosidad y hasta desazón escuchar que cínica e hipócritamente algunos de esos sujetos e individuos que supuestamente nos representan, gobiernan o poseen un cargo de poder dicen que lo males que se están viviendo es solo y exclusivamente gracias al prostituido y manoseado virus de la COVID-19. Esta descarada afirmación medianamente se aceptaría si viniese de la boca o murmullos de la gente, ya que es lo que les han querido hacer creer o ver, pero es absolutamente repudiable y nauseabundo escuchar a estos que nos mal gobiernan, junto a las camarillas de banqueros y grandes empresarios lavarse las manos ante este entramado de desolación y gritos de dolor.
La COVID- 19 es un virus que no tiene la culpa de haber llegado a un lugar idóneo y perfecto, donde se conjuga la improvisación, la falta de prevención, la inconciencia, la falta de cultura, la informalidad, la falta de un buen sistema de salud, el desorden, las injusticias, las desigualdades, la pobreza, la inequidad, la trampa, la violencia, la corrupción, los malos gobernantes y todas y cada una de esas vergüenzas que han matado más que cualquier peste o virus que hayamos tenido. Prácticamente este virus en un mero sicario o autor material que ayudo a atizar, concluir y gestar la política de la muerte y de la desigualdad que vive y ha vivido este desbarrancadero y sistema en su más de doscientos años, gracias y justamente a los verdaderos autores intelectuales de estas crisis, coyunturas y fehacientes hechos que nos dejan día tras día sin palabra que decir.
Lo único que puedo mencionar es que este virus no es totalmente responsable de las lamentables muertes, pobreza, crisis, desigualdad y aumento de la pobreza, la informalidad, la inseguridad y el desempleo que vive Colombia, ya que creo que de lo único que sería culpable es de mostrarnos y desnudar en la práctica la economía raquítica, el Estado criminal, el gobierno corrupto, y la sociedad inconsciente y desigual que tenemos.
Espero que esta pandemia, y por ende esta coyuntura de salud, contribuya para que las muertes de nuestros compatriotas no queden en vano, y que por fin como sociedad logremos hallar el cambio, quitar la ceguera y propiciar las transformaciones que Colombia grita, y justamente hoy más necesita, a pesar de que algunos nos quieran obnubilar y hacer ver un "enemigo" en donde no lo hay.