“Ser, o no ser, esa es la cuestión” (W. Shakespeare).
Los seguidores de Jesús deben llevar una vida conforme al evangelio sin importar las circunstancias, las situaciones y los malos momentos que hacen pasar los llamados “enemigos”[1] y “vándalos”. Recientemente se escucha en las calles: “que acaben con todos ellos”, “que dios me perdone, pero ese vándalo se merecía morir”, “bien deformado quedo ese desgraciado” y “deje de llorar por un ojo”. Así mismo, hay otros cristianos que de manera inadmisible evocan el nombre de dios para desenfundar sus armar y presionar el gatillo. Y si esto no fuera poco, otros se encomiendan a dios y a la Virgen de Chiquinquirá para bendecir a los policías y soldados con el fin de que cumplan la misión de limpiar a Colombia de las “escorias y gusanos”. No obstante, lo más alarmante es la falta de pronunciamiento de los congresistas cristianos que forman parte del gobierno Duque frente a las atrocidades ejecutadas por el Esmad[2] ordenadas por el ministro Diego Molano en el paro nacional.
Los partidos cristianos lograron saltar a la política gracias al pluralismo jurídico, moral y cultural plasmado en la constitución política del 91[3]. Estos se convirtieron en una fuerza de esperanza y de cambio que tanto necesitaba Colombia después de décadas de conflicto armado, narcotráfico y paramilitarismo. Sin embargo, el rechazo a la moción de censura al ministro Molano y la ausencia de un juicio de disvalor significa una negación a la defensa de la vida, a los oprimidos, a los marginados, a los pobres y a los llamados enemigos. Al dar la espalda a la vida, se la están dando al mismo Jesús.
La originalidad de Jesús consiste en el amor a los enemigos. Lucas[4] afirma que el mérito y la virtud de una vida cristiana consiste en llevar las buenas nuevas, amar, ayudar, curar al enemigo, al extraño, al desamparado, al marginado y liberar al cautivo y al oprimido.
De manera que los representantes de los partidos cristianos aliados al gobierno Duque al decir no a la moción de censura están cerrando los ojos y los oídos a las injusticias, a las violaciones, a los desaparecidos y a los muertos que ha producido este paro a manos de los agentes del Estado y de los civiles armados de extrema derecha. En este sentido, se pierde la coherencia del llamado que hace el evangelio a sembrar la paz y obtener el fruto de la justicia[5]; así como la lucha de décadas por llegar al mundo político para transformar a Colombia, comunicar la buena nueva y estar al lado de los oprimidos. Esto es convertirse en la voz de quienes la han perdido por el yugo de un gobierno opresor, quién a su parecer solo merece “plomo y represión”.
En últimas, habrá que preguntarle a los representantes de los partidos cristianos y a muchos seguidores de Cristo que a través de su pensamiento y palabras matan y aquellos que desenfundan sus armas y presionan el gatillo: ¿y Jesús qué?, ¿cuál es el modelo de vida que les indica el evangelio?, ¿a cuál dios quieren servir?, ¿al dios de barro de mano firme y corazón grande, dueño de su partido, de las mentes, de los contratos, de las tierras, de sus súbditos y que ordena cada noche del paro desde su hacienda que hacer con los enemigos?, ¿o al dios del amor del perdón y la reconciliación que está con los humildes, los necesitados, los marginados y los enemigos?
“Ser, o no ser, esa es la cuestión”. Llevar una vida cristiana es ser modelo en cada momento y no de medio tiempo ni el fin de semana.
[1] La política amigo-enemigo y la estrategia del discurso en el paro nacional
[2] '¿Dónde están?': en Colombia denuncian decenas de desapariciones en el paro nacional
[3] Las iglesias cristianas y la política en Colombia
[4] Lc 6, 32-36/ Lc 4,18 y Lc15
[5] St. 3,18