Y Fico va cambiando el tono

Y Fico va cambiando el tono

A Federico Gutiérrez no le quedó de otra que cambiar estrategia. En los próximos meses podremos saber qué tan efectivo fue eso

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
junio 16, 2021
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Y Fico va cambiando el tono

Al concluir la reunión de empalme el 23 de diciembre de 2019, Daniel Quintero invitó a Federico Gutiérrez a seguir acompañándolo como asesor. A lo sumo, Quintero le agradecía que hubiera orquestado la inédita división en la derecha local que a la postre le otorgó la victoria. Es claro que, si la derecha no se hubiera dividido entre cuatro candidatos, dos muy fuertes, otro gallo hubiera cantado. Al parecer, por esos días todo eran abrazos y sonrisas. Fico participó en la extraña posesión de Quintero y hasta le prometieron que asistiría a la inauguración de las obras de su administración. Esa falsa coquetería duró poco y en menos de seis meses la relación se deterioró al extremo de que Quintero viene tildando a Fico de “títere de Uribe” y Fico le ha reclamado al alcalde por estar “destruyendo la ciudad”.

Sobre las obras, en la inauguración del metrocable Picacho, la más importante en la última década, Quintero (tras curarse del guayabo mediático que le representó su incoherente visita al Metropolitano tras una reunión ficticia) no invitó a Fico. Al exalcalde le tocó visitar la obra por sí mismo y recordar en redes el papel de su administración en la ejecución.

La tensión entre Fico y Quintero solo es una muestra de la polarización por la que atraviesa la ciudad. Doblegada por la bestia indomable del COVID-19, administrada por un alcalde errático e impopular (porque un 53% de imagen favorable es muy poco para un alcalde de Medellín) y con mucha incertidumbre en el inexistente Valle del Software. Además, el estallido social que ha representado el paro nacional disolvió ciertas agendas y posicionó otras. Al menos, puso a Fico en un lugar donde no esperaba verse.

De la derrota a la reinvención

El gran error de Fico fue insistir en la aspiración de Santiago Gómez. Un candidato inviable, sin carisma y desconectado de la ciudadanía. Desde la alcaldía promovió una campaña bajo el patético rótulo “el de Fico” y puso a disposición de un burócrata gris una gigantesca maquinaria clientelar (lo mismo que espera hacer Quintero en 2023). Fue muy ingenuo al creer que con su popularidad podría endosarle a Gómez la votación suficiente para llegar a La Alpujarra. Al parecer, tampoco confiaba mucho en el perfil de Alfredo Ramos y antes reventó al uribismo por el sector de Los Paolos.

No hay duda de que Fico necesitaba de un alcalde de su primer círculo, para así seguir gobernando a la sombra y estabilizar su legado de cara a la contienda presidencial del 2022. Falló estruendosamente en sus cálculos y tras salir de la alcaldía se ha dedicado más bien a consolidar una estrategia comunicacional (desde la revista Semana y el periódico El Colombiano) que ya va virando.

Cambio de tono

Sin tener el control del aparato mediático de la alcaldía, con el desgaste del uribismo y la derecha, sin la perspectiva de crecer por fuera de lo regional, a Fico no le quedó de otra que cambiar su estrategia. En un primer momento, pensó que con la bendición de Uribe (creyendo que el país seguía siendo el mismo del 2018) y con una rápida campaña “independiente” podría lograr el capital de opinión suficiente para llegar a la Casa de Nariño. Solo tendría que abrirse un espacio en la opinión pública nacional y la salida fácil fue atacar a Petro, tildarlo de “coronavirus”, promotor del caos y hasta crear un nuevo fantasma: el petro-madurismo (algo realmente vergonzoso). Parecía que Fico solo existía en la opinión pública como una reacción a Petro o que no encontraba otra forma de que se hablara de él.

Esa estrategia fue un completo error. Desconectada de las causas estructurales del estallido social, el descontento popular con el uribismo e insistente en reforzar el negativo de Petro. Creo que Fico ya lo comprendió y así se puede ver en la entrevista que le concedió hace poco a Caracol Noticias.

La entrevista

Sin cuestionar a Duque, responsabilizar a Uribe o mencionar a Petro, en esa entrevista se puede ver un Fico más estructurado y propositivo. Dice comprender las causas estructurales de un malestar que se venía acumulando desde hace décadas, agudizado por el incremento en los índices de pobreza y miseria; sin embargo, su visión fue bastante miope. No asumió una responsabilidad política (el famoso mea culpa) y tampoco confrontó al sector político que ha venido gobernando en las últimas décadas. Fico no quiere casar pelea con la derecha y el uribismo, pero ya no cae en la salida fácil de culpar a Petro por todo o montarse en el caballito de batalla de los acuerdos de paz.

Entiende que la derecha está en su punto más bajo y que un presidente con una imagen desfavorable del 78% (el más impopular desde que existen registros) solo puede ser un lastre. Pero sabe que en la derecha (así diga que no le interesan esas distinciones entre izquierda y derecha) se enmarca su identidad ideológica y buena parte de sus posibilidades. Es una ficha más del establishment.

¿Y de cara al 2022?

Sobre Fico tenía otras consideraciones antes del paro nacional. Siempre lo he visto como un uribista light y un conservador moderado. Eso sí, muy amarrado a los grandes poderes económicos antioqueños (con los que ha gobernado). Su intención de montarse en una campaña presidencial falsamente independiente, pero recibiendo el apoyo de los partidos tradicionales bajo la mesa, buscaba replicar la forma como se alzó con la alcaldía en 2015, cuando “derrotó al uribismo” y gobernó con “autonomía”. Comprendiendo que la opinión es fundamental en una elección presidencial, se convirtió en comentarista habitual de Semana, donde habla de lo humano y lo divino; sin embargo, esa cercanía solo lo ha tirado más a la derecha y le ha venido alejando de posiciones más centristas a las cuales se ha buscado acercar.

El punto de quiebre fue el paro nacional y la confirmación del fracaso social de la política tradicional. De la cual forma parte y es directa responsable de los alarmantes niveles de desigualdad agudizados por la pandemia.

El paro cambió la historia del país y ya no es tan claro que se pueda llegar a la presidencia metiendo miedo con la crisis venezolana o recordando el pasado guerrillero de Petro. Ya Colombia no es la misma del 2018 y el desgaste del uribismo es muestra de que el relevo generación y la apertura informativa de las redes sociales, van pasando factura. Un político con perspectiva histórica no se puede quedar en el pasado.

De ahí que la posición de Fico (por el momento) sea más bien desventajosa. Es cercano al uribismo, a Duque y forma parte de la clase política tradicional. Su legado como “buen gerente” se ha puesto en entredicho y en Medellín ya muy pocos lo defienden. Inclusive, Quintero le ha venido arrebatando, a punta de contratos y prebendas (como el pago a ediles), ciertos apoyos barriales. El camino a la Casa de Nariño ya se le ve muy difuso y hasta le han venido sugiriendo que “mejor se guarde” y espere. Tal vez, la opción de la gobernación de Antioquia en 2023 podría resultar más estratégica (también para la retoma del poder en la alcaldía).

Ya en los próximos meses podremos saber si el cambio de tono le ha sido efectivo. Yo lo dudo, pero no dudo de su capacidad estratégica

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