La ciudad estaba preparada para que se reabrieran ciertas empresas constructoras que cumplen con los requisitos, pero nunca para que, las casi 400.000 personas que se dedican a la manufactura, salieran a las calles. Por eso la noticia tomó por sorpresa a Claudia López. Al parecer ya no hay vasos comunicantes entre el gobierno y la alcaldía. Son dos ruedas sueltas que están radicalizando aún más las posiciones. En redes duquistas y claudistas se pelean con el fervor que lo hacían en los ochenta los evangélicos contra los católicos. Ambos bandos son incapaces de dar directrices confiables. Fatal que justo en este momento los líderes pierdan credibilidad.
Duque no puede comerse la mentira de que el 62 % de la gente aprueba su gestión durante la crisis. No puede creerse lo que diga Guarumo, empresa cuyo fundador, Víctor Muñoz, es el actual Alto Consejero para Asuntos Económicos y Transformación Digital. Acá sólo estamos tranquilos haciendo cuarentena la minoría que puede recibir sueldo encerrado. En las inmensas ciudadelas de Usme, Suba en Bogotá, Aguablanca en Cali, Café Madrid en Bucaramanga o Atalaya en Cúcuta la gente tiene hambre y no reciben ayuda. Ellos son la mayoría. Ni siquiera tienen teléfono o internet para que las encuestadoras les hagan preguntas.
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¿Qué diablos van a trabajar los manufactureros si nadie está comprando otra ropa que no sean pijamas? ¿Los obreros no tienen familias?
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El gobierno cree que está haciendo lo correcto reactivando la economía. Esto es un eufemismo. Sí, pareciera que están sacrificando a buena parte de la población solo para no hacer lo indicado: redistribuir el ingreso real entre el pueblo, quitarle al más rico para mantener al más pobre. Pero no, tomaron la medida más fácil, la de exponer a la gente del común a la inclemencia del virus. ¿Qué diablos van a trabajar los manufactureros si, por ejemplo, nadie está comprando otra ropa que no sean pijamas? ¿Los obreros no tienen familias? Y no solo sufren los obreros, también los pequeños constructores van a tener que asumir los costos de más que acarrea abrir una obra en época de pandemia, 150.000 pesos les costará de más cada trabajador. La ARL, por supuesto, no les dará ni un tapabocas usado.
Este lunes no voy a salir ni a la puerta. El virus estará ahí, en cada estación de Transmilenio, en los supermercados que se llenarán de vivos que aprovecharán la descoordinación que hay entre las directrices del gobierno y la alcaldía para violar la cuarentena, entre los parques atestados de irresponsables que saldrán a trotar para eliminar los estragos de cuarenta días de cuarentena. Bogotá es la Wuham de Colombia, el lunes ni siquiera Claudia López podrá detenerlo.
